­El Unicaja volvió a ser el Unicaja. El del primer mes de competición. El equipo solvente, con recursos, energía y acierto. El que defiende, rebotea, trata de correr, es agresivo con el balón, busca el aro y es capaz de sumar desde dentro y en el perímetro. El Unicaja recuperó sus señas de identidad y fue muy parecido al que vimos en los primeros compases de curso. Y, voy más allá, el que jugó el torneo de pretemporada en Estambul. Joan Plaza, con una rotación más amplia, con el equipo más vivo, más intenso, enchufado desde el salto inicial, lo hizo todo fácil. Con lo difícil que es eso.

El Unicaja estuvo frente al Iberostar Tenerife repleto de acierto y, al igual que en ese mismo inicio de campaña, también dio concesiones, tuvo bajones en su juego, trató de especular, cayó en la relajación. Fueron minutos puntuales. Se supo tan superior que, cuando el rival insular, invicto a domicilio en la Liga Endesa, mostró sus recursos, tiró de repertorio para volver a marcharse en el electrónico. Bien el equipo, repuesto tras los tres últimos tropiezos, con Markovic a un gran nivel, con Suárez ya metido en la rotación y con un nombre propio: Caleb Green.

El americano firmó su mejor encuentro vestido de verde. Lo hizo casi todo bien, también en defensa. Estuvo muy despierto, muy atrevido, luchando cada rebote y activo en las dos zonas. Green por fin tuvo minutos y continuidad. No se contentó con dos arreones, con un fogonazo, con tres triples. Por fin colaboró con más cosas. Y eso es muy de agradecer, porque en su lucha encontró la compañía de un Toolson excelso en el arranque y del Kuzminskas que está ya a pleno rendimiento y ofreciendo lo mucho que atesora su talento.

Lo del Maccabi nos había superado a todos. Quizá por ello, y olvidando ya el patético arbitraje, el equipo hizo examen de conciencia. No hizo un encuentro redondo. Y desde el mismo salto inicial, desde el minuto uno, trató de dar la vuelta a la situación. El Unicaja salió con otra cara muy diferente. Los de enfrente también eran amarillos y, aunque de menor caché, el Unicaja olió sangre y apretó todo lo que pudo. Toolson vio el aro muy fácil. Las jugadas pasaban por sus manos y su muñeca no perdonaba. El cuadro cajista controlaba el partido a través de una buena defensa. El décimo punto del escolta americano ponía el 18-10 en el electrónico del Carpena.

A esas alturas, Alejandro Martínez, técnico visitante, ya había pedido tiempo muerto y había dado entrada a su jugador franquicia, el montenegrino Sekulic. Pero no era el balcánico, sino el americano Sikma, quien mantenía en el partido al Iberostar. Sus puntos impedían al Unicaja irse lanzado. Un Unicaja que cambió su libreto ofensivo y buscó en la zona a Golubovic. En su duelo con su compatriota Sekulic, el cajista aprovechó sus centímetros para anotar y hacer daño. Una contra y la primera canasta de Green puso al Unicaja por primera vez 10 arriba (24-14), ventaja que se disparó con el sensacional manejo de Markovic. El serbio llevó al Unicaja por el camino correcto, buscó siempre las mejores opciones y propició un sensacional 35-16. Kuzminskas aprovechó su buen momento y la ausencia de Sikma, en el banquillo, descansando.

El Unicaja apretó en defensa y no permitió al Tenerife anotar de tres. Esa fue una de las claves. Aunque el partido aún no estaba ganado. Plaza decidió retirar a Markovic, que había dado un clínic de dirección de juego, y dar entrada a Granger, quizá aún con «resaca» negativa por su mal partido ante el Maccabi, no acababa de encontrar su mejor nivel. Lo aprovechó el Iberostar, hasta donde el Unicaja le permitió. Mejor dicho, hasta donde Plaza quiso. Se puso 35-23 el cuadro insular. Y el técnico movió el banquillo de nuevo, entró Markovic como «dos» y Caleb Green, mejorado (no es difícil, ciertamente, superar el nivel mostrado por ahora por el americano), llevó al descanso el encuentro con un tranquilizador 43-27.

La ventaja se incrementó aún más tras el descanso. A base de coherencia, con Markovic al mando, el Unicaja superó los 20 puntos de diferencia (49-28). Beirán trató de tirar del Iberostar (49-33), aunque un triple de Suárez puso la ventaja redonda: 55-35. Sin embargo, el equipo entró en un estado de relajación extraño. Granger volvió a pista y, con Toolson en el banco, el Unicaja no halló la canasta canaria. Beirán encontró la colaboración de Sikma (60-48), Plaza se mosqueó con Granger, le mandó al banco y un triple sobre la bocina de Vasileiadis dio más sosiego al respetable al final del tercer parcial: 63-48.

De nuevo el Unicaja firmó un gran arranque en último parcial, con dos canastas de Green y un triple de Vasileiadis, y el Unicaja, otra vez tomó el camino de los 20: 70-51. Y, de nuevo, lógica relajación malagueña y leve acercamiento tinerfeño: 70-57. Era el juego del gato y el ratón, algo consentido por el Unicaja, que tuvo el encuentro siempre en su mano. El 80-59 es muestra más que evidente de que hubo partido mientras los costasoleños lo consintieron. Hubo tiempo para que el Carpena ovacionara a Green, en su mejor partido vestido de verde, y a Kuzminskas, que se fue a 24 de valoración. Aplausos más que merecidos para los dos. Y reconocimiento final para todo el equipo, que regresó a su mejor nivel y no dio opción a los insulares: 84-68. Era importante recuperar las buenas sensaciones. Y se hizo. Terceros en Liga, con un balance de 6-1. Esta semana, Cedevita y Valencia.

Resumen del partido: