­La «guerra» no está perdida. El trabajo de despachos del Unicaja, unido al que están llevando a cabo otros equipos perjudicados, con el respaldo de sus ligas nacionales, empieza a dar resultados. La huida hacia adelante de Jordi Bertomeu comienza a tener detractores, incluso dentro de la propia competición. Las urgencias con las que Bertomeu reunió a los once equipos con «Licencia A» ante los planes inminentes de la FIBA de organizar un torneo paralelo están dejando al aire las grietas de este nuevo modelo, con la reducción de 24 a 16 equipos, y la disputa de una liga todos contra todos, prácticamente cerrada.

Fuentes consultadas han explicado durante esta semana a este periódico que hay incluso incertidumbre entre los 11 elegidos. Principalmente, porque hay tres «socios» que ofrecen dudas de solvencia económica, como Zalgiris y Laboral Kutxa. Además, el rumor de la retirada del mecenazgo de Giorgio Armani del Olimpia Milán comienza a cobrar fuerza, por lo que el equipo italiano, fuera del Top 16, podría perder a su principal patrocinador y dejaría de tener respaldo financiero.

A Bertomeu le están lloviendo todo tipo de presiones, de clubes y de ligas nacionales. El Unicaja le ha trasladado al organismo su profunda decepción por no entrar en sus planes e incluso ya ha tendido algún puente de entendimiento con la FIBA. Al igual que el Unicaja, hay hasta tres clubes más que han puesto el grito en el cielo, y además con razones económicas. El Bayern Munich, el Darussafaka y el Khimki son los tres equipos que, junto al Unicaja, traen de cabeza a Bertomeu. El club alemán, con el apoyo de su Federación, trata de obtener una plaza fija. Y es que el baloncesto teutón, en crecimiento y que representa un gran mercado de negocio -la Final Four 2016 se celebra en Berlín- no tiene ningún equipo con «Licencia A». El Darussafaka también quiere una plaza y amenaza con abandonar su patrocinio. No hay que olvidar que el Grupo Dogus es un «Premium Partner» de la Euroliga, un estatus que sólo alcanza la marca deportiva Adidas, y que aporta tres millones de euros anuales como patrocinador. Y en cuanto al baloncesto ruso, la Euroliga es consciente de que dejar fuera al Khimki y sus millones es un gravísimo error estratégico.

La Euroliga, según el propio organismo, no tiene aún fecha para celebrar una próxima reunión en la que avanzar sobre su propuesta. Y es que hay aires de cambio en su sede de Barcelona. Se ha abierto ahora una ventaja a una posible ampliación de los 16 actuales equipos a 20. E incluso no se descarta mantener el actual formato, con 24. Cuantos más sean habrá menos dinero para repartir, pero habrá más clubes y ligas contentas. Y el próximo curso, gracias al acuerdo con IMG, se repartirá un botín superior.

Hay incluso fuentes que hablan de la existencia de conversaciones, a través de varias ligas que dependen de federaciones, para tratar de reconducir la relación Euroliga-FIBA, para crear una segunda competición que organice la FIBA.