Dos jóvenes de origen escocés pero afincadas en el municipio de mayor peso turístico de la Axarquía decidieron poner en marcha hace ocho años y medio el Refugio del Burro de Nerja. Una aventura que podría llegar a su fin en breve, si no lo remedian donantes o voluntarios. En una «desesperada campaña» para evitar lo casi irremediable, Kate y Harriet Horne ofrecen la posibilidad de que los padres regalen a sus hijos por Reyes la adopción simbólica de un burro, por apenas 42 euros.

Los pequeños, a cambio, van a poder visitar al animal cuantas veces deseen. Colaborar en su alimentación. Y hasta ponerle nombre. En los últimos tiempos, el incremento en los costes en el mantenimiento de cerca de 30 ejemplares que las hermanas Horne cuidan a las afueras del casco histórico, al igual que los gastos derivados de la mejora de sus instalaciones tras los últimos temporales, han complicado el futuro de este refugio animal. «Tenemos 15 burros y 12 caballos con los que por ejemplo ofrecemos a los discapacitados psíquicos de la asociación Taller de la Amistad clases semanales de hipoterapia, con las que se han podido lograr resultados sorprendentes», relatan.

Otra iniciativa novedosa es la celebración de jornadas de puertas abiertas, como la dirigida recientemente a los residentes alemanes de la zona. De hecho, en la localidad vecina de Torrox se encuentra la mayor comunidad de residentes germanos de cuantas existen en la península. «Les hemos invitado porque entre españoles e ingleses somos conocidos y si no entran nuevos donativos la posibilidad de cerrar está cada vez más cerca. Los costes son muy grandes y los donativos se quedan ya pequeños». Kate recuerda que hace ocho años aún costaba inculcar la pasión por los burros entre la población local.

Una colaboradora de nueve años En las sesiones que se celebran a beneficio del Centro de Atención Infantil Temprana de la Asociación Taller de la Amistad, donde se atienden a pequeños en desarrollo con determinadas discapacidades de carácter físico o psíquico, existe desde hace unos meses una insospechada voluntaria, de apenas nueve años. La joven residente, amiga de las propietarias del Refugio del Burro, presta su propio poni a la mejora de las condiciones de esos usuarios con diversas dificultades.

Otra docena de colaboradores desempeñan multitud de tareas en su afán voluntario por mantener en pie las instalaciones. «Aquí no se trata únicamente de cuidar o de alimentar a los animales. Existen colaboradores altruistas que no desean entrar en las cuadras por temor a ensuciarse. En estos casos se les encomiendan otras tareas, como son el cuidado de los acompañantes o la atención a los usuarios o de quienes adoptan a un animal y acuden a visitarlo».

Las hermanas Horne explican que con apenas 15 euros se puede colaborar en la compra de un casco protector para los usuarios o niños discapacitados que acuden las clases semanales de hipoterapia de la propia Asociación Taller de la Amistad. O que con la módica cantidad de 25 euros se va a poder impulsar la vacunación y el tratamiento contra los parásitos que requieren los burros. Con 50 hasta es posible la adquisición de las herraduras que requieren periódicamente. Cualquier ayuda es buena, al objeto de prolongar la vida de este lugar de descanso para los últimos burros.