Rezaron una oración por las almas de los restos humanos que en el interior de la Cueva de Nerja habían encontrado. Pero luego descubrieron, para su sorpresa, que se trataba de esqueletos datados del año 4.000 antes de Cristo. Los cinco adolescentes que sacaron a la luz por primera vez las galerías de la cavidad nerjeña, aquel 12 de enero de 1959, no podían ni imaginar que con ese juego de perseguir murciélagos iban a cambiar para siempre el rumbo económico de Maro, la localidad donde se habían criado, y del resto de la comarca de la Axarquía.

El próximo sábado se cumplirán 60 años de aquella aventura, la que dio pie a que Nerja sea en la actualidad una de las mayores perlas turísticas del Mediterráneo español, como demuestran las cifras de ocupación o las opiniones de visitantes de establecimientos tan reputados como el impresionante complejo local de la red estatal de Paradores. Uno de los descubridores, José Luis Barbero de Miguel, no ha sobrevivido a la efeméride. Pero los restantes compañeros de la pandilla, ya jubilados, sí que arrojan luz sobre aquel histórico hallazgo.

Francisco Navas Montesinos, el mayor de todos, los hermanos Miguel y Manuel Muñoz Zorrilla y José Torres Cárdenas acumulan decenas de anécdotas y travesuras de antaño. Francisco, rememora el descubrimiento, como una «mezcla de sorpresas y miedo». Fue sorprendente contemplar antes que ningún otro turista moderno cómo de elevadas eran algunas de las columnas de las galerías que ahora se visitan cada año por casi medio millón de personas.

«Pero también nos dio bastante miedo contemplar que dentro había esqueletos humanos. Antes de nada pensamos en que terminaríamos allí, igual que esos otros aventureros. No obstante, supimos marcar los caminos y encontrar el hueco de salida», relatan. En aquellos días Francisco tenía 21 años y el menor de todos, Miguel, apenas 13. Para adentrarse en las minas de los murciélagos y poder saciar la inquietud «por conocer de dónde salía aire y hacia dónde se dirigían los animales, tuvimos que ensanchar con martillos la entrada de la cavidad que hoy está bien marcada y constituye uno de los elementos principales para las visitas guiadas», agregan.

Del hallazgo en fechas marcadas en el calendario por las fiestas patronales de San Antón en Maro, tuvieron que transcurrir alrededor de tres meses para que se tuvieran en cuenta los testimonios que habían narrado a maestros y autoridades locales. En efecto, la primera expedición posterior que llegaría a cambiar definitivamente el rumbo de las cosas se retrasó hasta el mes de abril. Un grupo de jóvenes acompañados por el fotógrafo local José Padial, también ya fallecido, se adentró en la ruta guiado por el descubridor Miguel Muñoz Zorrilla. Allí tomaron las primeras instantáneas, las que en dos días publicó la prensa internacional. Lo que siguió es de sobra conocido.