Hacer un repertorio de carnaval no es fácil. La idiosincrasia que además requiere concursar, todavía lo hace más complicado. Sobre todo si aspiras a todo, y te quieres ver en la Final.

En el concurso de coplas todo suma. Buscar un tipo y exprimirlo al máximo, encontrar esas músicas que acompañen al personaje que quieres desarrollar, afinar la agrupación para cautivar al oyente con las voces de los componentes y que toda esa música te lleve a desmenuzar las letras que el autor ha tenido a bien hacer para deleite y disfrute del respetable y para su agrupación.

El concurso se ha vuelto tan exquisito y trabajoso que todo esto solo ya no vale. Debes hacer un forillo o atrezo acorde con lo que vas a contar y que meta al espectador en la propia historia de tu personaje. Todo esto hace más grande al carnaval y lo hace ser un espectáculo grandioso. La puesta en escena es la envoltura perfecta para que tus coplas junto con tu música cale en lo más hondo del patio de butacas.

No es fácil, ¿verdad?. En los últimos años esta parte del proceso de creación también se ha profesionalizado al máximo. Auténticos artesanos que, junto con los componentes del grupo, tienen una labor complicada: la del montaje. Y complicada sobre todo porque tienen un tiempo máximo para realizar este trabajo, concretamente en Málaga es justo de diez minutos. Diez minutos que incluyen montaje y desmontaje, casi ná.

Para echar una mano a las agrupaciones, la Fundación contrató a Carlos Murante, un fantástico regidor de escena que todo lo que toca lo convierte en oro. A pesar de esto, el carnavalero sigue siendo un lastre para cualquier tramoyista o empleado del teatro. Seguimos sufriendo sus desprecios y mal trato. Seguimos sin su ayuda para todo lo que conlleva una creación de puesta en escena. Sí, seguimos siendo el patito feo y el 'coñazo' para ellos. Siguen sin vernos como lo que somos, unos artistas. No veo yo a Alejandro Sanz ninguneado por unos tramoyistas y diciendo que no te pongo esas luces o no te monto esos micros, porque los echarían de su trabajo en el minuto uno. No somos Alejandro Sanz, está claro, pero sí somos merecedores de un trato digno de un artista que va a presentar un espectáculo y que lo único que pretende es ser tratado como tal.