Cuando hace tres años me propusieron desde este periódico escribir artículos de carnaval, no pensaba que fuese a costarme algún disgusto. El primer articulo que publiqué fue en 2017 y, escribí a mis sensaciones como pregonero del año anterior. Lo escribí con el corazón pues narraba ese bonito día junto a mi hermano y todos los que quisieron estar a mi lado. En ese año, los siguientes artículos aunque no todos, fueron por el estilo. Escribía a lo bien que lo había hecho tal o cual agrupación, a los muchos amigos que tengo en el carnaval, a la propia fiesta o a los días de frío en el Teatro Alameda. Mi autocomplacencia me llevaba a no meterme en ningún charco, a no despotricar o criticar demasiado, cuando realmente lo que me pedía el cuerpo era eso, escribir poniendo algo más de picante en la herida de lo que llevo viviendo en carnaval desde hace treinta y cinco años. Pero en el carnaval de calle de ese mismo año, alguien me dijo que conociéndome como me conoce y sabiendo que no me callo ni una, esperaba algo más de critica en mis artículos.

Se ha avanzado y progresado mucho en todos estos años. Mucho más en estos últimos siete que en toda su historia. Y todo eso es gracias a Rafael Acejo y a su junta directiva. Gracias a Rafa, Toni, Nacho y compañía.

Es cierto que sigue habiendo cosas que no nos gustan, que queda un largo camino por llevar a esta fiesta donde se merece, que cada uno tenemos nuestro punto de vista y, de sobra sé, que dentro de todos nosotros hay un presidente de la Fundación Ciudadana del Carnaval de Málaga. Desde fuera todo se ve fácil: ¿Porque no hacen esto? ¿porque no hacen lo otro? con lo fácil que seria como yo te lo estoy diciendo; tenemos lo que nos merecemos; si nos dejaron a nosotros...

Yo no hago estos artículos para que me aplauda nadie. Los hago porque este es otro altavoz más de carnaval. Como el de la garganta de los propios actores de la fiesta y agrupaciones que cantan en el teatro o en la calle lo que les da la gana. Pero tampoco los hago para que me insulten o me increpen en medio de la calle a mí, ni a mi familia. Si no te gusta la mermelada siempre puedes cambiar a otra cosa. Aún estoy esperando.

Errar es de humanos, pedir perdón es divino.