Saltó porque no pensó en sí mismo. Juan Molina se aferró al balcón de un segundo piso mientras su compañero Miguel Ángel Jiménez le sujetaba por el uniforme. Un muro por delante y el vacío bajo sus pies. Pero saltó para salvar la vida de una mujer.

Son agentes del Cuerpo Nacional de Policía. Trabajan en la Comisaría de Estepona bajo las órdenes del inspector Mario Leiro y en última instancia del comisario Miguel Molina.

Juan es de Málaga y Miguel Ángel, de Granada. Apenas 30 y 27 años, respectivamente. Pero con un buen recorrido a sus espaldas.

El teléfono sonó a las ocho de la mañana. Una señora de Marbella les advertía de que no podía comunicarse con su amiga, vecina de Estepona. «Sólo la oigo balbucear», les dijo. Estaba preocupada porque la joven, de 36 años, tenía que someterse a un tratamiento de diálisis por sus problemas de riñón y faltaba a su cita.

«Primero la llamamos desde la comisaría», señaló Juan. «Comprobamos que respondía con gemidos», añadió. Entonces, se encaminaron hacia su domicilio, a pesar de que «no nos dieron el número exacto donde vivía», indicó.

Iban acompañados de un grupo de compañeros. Preguntaron a los vecinos y supieron la puerta exacta de la calle Cártama donde residía aquella chica que no contestaba al teléfono.

«Yo puse la oreja en la puerta y oí un grito seguido de un golpe», señaló Miguel Ángel. «Pensamos que se habría desmayado». Efectivamente fue así.

Sin esperas. Los agentes tenían que entrar en aquella casa para saber qué le había ocurrido a su ocupante. Pero no podían esperar a los bomberos. Sabían que su situación era crítica. Así que recurrieron al recurso más peligroso: saltar.

Localizaron un balcón aledaño al de la casa de la vecina que estaba en apuros y pidieron a los dueños de aquel trampolín improvisado que les permitieran utilizarlo. «Miguel Ángel me agarró y salté», resumió Juan.

En esos momentos, «no piensas», sostienen ambos. «Sólo pensé en la víctima y en intentar salvarla como fuera», añadió Juan. La joven, hallada inconsciente, fue atendida y salvada de una muerte segura, según los servicios sanitarios. Aunque hoy sigue delicada y su pronóstico es reservado.