El diestro Rivera Ordóñez 'Paquirri' ha sido el triunfador de la 54 Corrida Goyesca de Ronda celebrada esta tarde en la Real Maestranza de Caballería al cortar tres orejas, mientras que Enrique Ponce paseó otro apéndice y Sebastián Castella se encontró un lote deslucido y no tuvo premio.

Se lidiaron seis toros de Zalduendo, justos de presentación, mansos y flojos excepto los nobles cuarto y quinto.

Enrique Ponce: Palmas; oreja tras aviso.

Francisco Rivera Ordóñez 'Paquirri': Oreja; dos orejas.

Sebastián Castella: Silencio; palmas.

La plaza registró un lleno de "no hay billetes" en tarde calurosa.

Ronda es cuna del toreo, y hoy su tradicional corrida goyesca ha servido para reivindicar una fiesta perseguida en algunos lugares, fundamentalmente en Cataluña con la prohibición aprobada por su Parlament.

De este modo, la 54 edición de este emblemático festejo ha vuelto a ser aprovechada por los numerosos rostros conocidos que cada año se dan cita en la monumental plaza de la Real Maestranza para mostrar su apoyo a la tauromaquia.

Entre ellos destacaba la presencia de la Duquesa de Alba, junto a otros personajes habituales como Carmen Lomana, Cari Lapique o Patricia Rato.

El mundo de la cultura también tenía su sitio con escritores como Antonio García Barbeito o, especialmente significativa, la participación como arenero de Fernando Sánchez Dragó.

Pero al margen de la defensa de los toros, la goyesca de 2010 ha tenido otros alicientes como son la celebración del 225 aniversario de la inauguración del histórico coso; así como el paseíllo número 2.000 de esa gran figura del toreo que es Enrique Ponce en su vigésima temporada como matador.

Precisamente el diestro valenciano ha aportado el toque 'glamuroso' con un vestido de torear diseñado por Lorenzo Caprile confeccionado en raso de seda y algodón color tabaco, con vueltas y forro de 'shantung' de seda natural color grana.

La chaquetilla y la taleguilla iban adornadas con bordados inspirados en la época de Goya, elaborados en cordón, pasamanerías, canutillo, lentejuelas, caireles y borlas, en tonos marrones, ocres, dorados y negros.

En lo estrictamente taurino, el festejo ha estado marcado por el pobre juego de los toros lidiados de la ganadería de Zalduendo; entre los que predominaron los mansos y faltos de fuerza. También hubo alguno que dio más posibilidades, como el repetidor cuarto, que le correspondía al diestro valenciano. Ponce le planteó una faena muy técnica en la que no quiso obligarle en los primeros compases. Así, su labor fue creciendo conforme avanzaba la faena con series estimables por ambos pitones con estéticos muletazos que recibieron el respaldo del público que llenaba los tendidos. Los circulares finales y pases con la rodilla flexionada a favor de tablas fueron el colofón a una faena emborronada con los aceros. Se tuvo que conformar con una oreja.

Menos fortuna tuvo en el que abría plaza, justo después de recibir una placa de manos de Pepe Ordóñez, hermano del maestro Antonio, y de Cayetana Rivera, la hija del empresario y matador. El animal acusó en exceso su falta de fuerza y casta; a lo que se unió una sosería que su matador no pudo superar.

También paseó un trofeo Francisco Rivera, que por primera vez se anunciaba en la Ronda de sus antepasados maternos como 'Paquirri'. La mansedumbre del de Zalduendo destacó a lo largo de toda su lidia, huyendo de los engaños constantemente. Se fue con él al sol para desarrollar una actuación más voluntariosa que brillante.

El triunfo y la confirmación llegó con el quinto, un noble animal al que le cortó las dos orejas. Banderilleó en esta ocasión con vistosidad y, tras brindar su muerte a su hermano Julián Contreras, desarrolló una faena en la que el temple fue la principal virtud, por encima del ajuste. Con los compases del pasodoble 'Concha Flamenca', se gustó en una faena con detalles por bajo y en la que destacó la predisposición del espada por hacer todas las cosas con elegancia. Una estocada fulminante sirvió para ratificar el triunfo.

Completaba el cartel el francés Sebastián Castella, que se estrelló en primer lugar con un manso integral que huía de los engaños. Tras lucir con el capote con verónicas y chicuelitas, su actuación quedó en una mera declaración de intenciones tras un inicio por alto en los medios.

Su última oportunidad llegaba en el sexto y último. Lo dejó crudo en el caballo, aunque le llegó parado a la muleta. Ese toro que no le serviría a casi ningún torero sí que es propicio para el toreo del galo, que se metió entre los pitones en uno de sus clásicos arrimones, en el que se pasó los pitones a escasos centímetros de sus pantorrillas. La rúbrica llegó con una contundente estocada, aunque después precisó de cuatro descabellos y el posible triunfo quedó en palmas de despedida mientras que abandonaba el coso en volandas 'Paquirri'.