La transparencia fue la cualidad elegida para representar la cuarta edición de la Noche en Blanco en Málaga, un concepto bajo el que se cobijaron las más de 130 actividades que se desarrollaron ayer en la capital. Desde las ocho de la tarde y hasta las tres de la mañana la ciudad se convirtió en el epicentro de la cultura y el arte. Miles de malagueños se tiraron a la calle para disfrutar de forma gratuita todo lo que esta velada ofrecía. Y es que después del mediodía ya eran muchos los que se trasladaron al Centro, programa en la mano, para no llegar tarde y, por supuesto, para ser los primeros de la colas. Así lo hicieron Patri y David, una pareja de jovenes malagueños que acudieron a la cita cultural con previsión: «Hemos querido venirnos tempranito para el centro porque el año pasado cuando llegamos ya había colas interminables en algunos de los lugares a los que queríamos acceder. Sobre todo nos interesa visitar el Thyssen y disfrutar del concierto de la Filarmónica en el Echegaray», nos contaban.

Y es que el Museo Carmen Thyssen fue uno de los grandes protagonistas de la cita nocturna con la cultura. La pinacoteca, que vivía su primera Noche en Blanco, fue una de las más visitadas, y algunos de los asistentes tuvieron que hacer cola durante más de dos horas para poder disfrutar de la colección de la baronesa. No menos kilométricas fueron las colas para acceder al Museo Picasso Málaga, la Casa Natal y la Alcazaba, como todas las ediciones.

Pero como no solo de museos vivió la Noche en Blanco, las performances coparon el Paseo del Parque, la Calle Larios y otros rincones del casco histórico. Entre ellas la realizada en la Plaza de Félix Sáenz, Fluor Freak Chow, un espectáculo distinto e irrepetible que llamó la atención de una buena parte del publico malagueño: «Ha sido muy divertido y muy llamativo lo de estos chicos. Creo que lo especial de esta noche no es sólo poder entrar gratis a las galerías y museos, en la calle también hemos vistos cosas muy interesantes», señaló Alberto Robles mientras disfrutaba del chow. Los alumnos de Arquitectura transformaron el acceso del Rectorado en un auténtico laberinto de sombras. También la escuela de fotografía Apertura propuso un acercamiento a este mundo con cámaras pinhole, una actividad en la que interactuaron absolutamente con la gente, los espectadores. Otra de las propuestas que más gustaron fue la demostración de graffitis, que, en esta ocasión, se llevó a cabo frente al CAC.

Dentro de las novedades del programa este año se incluían actividades en la Ludoteca Municipal, donde se organizaron varios talleres para los más pequeños. «Es nuestro segundo año y nos parece muy bien que poco a poco vayan introduciendo iniciativas en las que participen los niños; nosotros no podemos dejarlos atrás y se lo han pasado genial en la ludoteca. Así esta noche también puede ser divertida para las familias», dijo María Muñoz, una madre malagueña que acudió a la Noche en Blanco con sus tres hijos.

Y como en toda buena cita con la cultura que se precie, también estuvo anoche muy presente el cine. La Calle Alcazabilla, repleta de gente, se transformó en un auténtico paseo cinematográfico, con una pantalla hinchable flotante en la que se proyectaron las videocreaciones presentadas en la pasada edición del Festival de Málaga. Una iniciativa que año tras año aplauden un grupo de jovenes malagueños. «Somos unos cinéfilos totales; por lo tanto, nuestra visita a la pantalla hinchable ya viene siendo tradicional para nosotros, que hemos venido a todas las ediciones de la Noche en Blanco. Además así tenemos la posibilidad de ver videocreaciones del Festival que descartamos para ver las pelis de la sección oficial», nos comentó Sergio Muñoz, acompañado por varios amigos.

Musica

A diferencia de otras ediciones anoche se pudo oír mucha más música en la calle que en anteriores convocatorias de la cita. El grupo Celtas Cortos ofreció un concierto multitudinario en la Plaza de la Constitución, Javier Ojeda hizo lo propio en el Centro Cultural Provincial y el grupo malagueño Contrato Temporal desplegaba su arte frente a la puerta de este periódico.

Y es que hubo música para todos los gustos. Pop, rock, reggae y clásica. La Orquesta Filarmónica sonó en el Teatro Echegaray ante un auditorio repleto. La Catedral de Málaga fue otro de los escenarios de la noche, con la actuación del pianista Juan Pablo Gamarro; también al piano, pero en esta ocasión en plena calle, actuaron algunos de los músicos pertenecientes a la Fundación Musical de Málaga. «Es realmente impresionante la cantidad de actuaciones musicales de la que hemos podido disfrutar, nos encanta la música clásica y creemos que este año ha estado muy bien representada», señalaron el matrimonio formado por Juan Sebastián y Agustina. La música no paró hasta las tres de la mañana, hora que se despidió hasta el año que viene, hasta otra noche en la que la cultura de Málaga se entregará por completo a sus ciudadanos.