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Teatro que se cocina a fuego lento

En un rastreo por Málaga encontramos a gente que aún en tiempos difíciles se atreve a innovar y arriesgar

Teatro que se cocina a fuego lentoArciniega

Rosa Carbonell, en la dirección, y Sergio Vega, Rosa Romero, Mireia Pascual y David Mena, en el elenco, son LaCaldera, una compañía de teatro pero, ante todo, también una aventura de esfuerzo. La compañía comenzó a gestarse allá por 2008 cuando se conocen Rosa Carbonell David Mena y Mireia Pascual: «En Arte Dramático hacíamos prácticas de dirección, que consistían en dirigir espectáculos con estudiantes de interpretación. Una de esas obras, Tristán e Isolda, me permitió conocer a David y Mireia, con los que nos presentamos al MálagaCrea», recuerda Carbonell. Con esa función ganaron tres premios en el certamen -mejor espectáculo, mejor interpretación y mejor dirección- pero, sobre todo, crearon lazos personales y profesionales que les llevaron a querer repetir la experiencia y formar LaCaldera; al tiempo se sumaron Vega y Romero... Y el cocido estaba listo.

Tres años llevan desde entonces. Las estupendas críticas les avalan. Pero también sus ganas y su esfuerzo. «Seguimos teniendo el mismo problema que al principio: sobrevivir haciendo teatro. Todos hemos tenido que compaginar la compañía con otros trabajos con los que pagar el alquiler. Si ya es difícil encontrar trabajo, no digamos encontrar uno que te deje algún tiempo libre... Tenemos que mantener el ingenio para poder mantenernos en la ciudad y seguir con LaCaldera», dice Rosa Romero. Súmenle a ello las trabas a las que se ven sometidos unos artistas que poco o casi nadie sabían de conceptos como marketing: «La burocracia, el papeleo, la distribución... Estábamos preparados para investigar en el terreno artístico, pero nadie nos contó acerca de la venta, la competencia y todo ese listado de palabrejas que nos daban alergia desde el principio», apunta Carbonell. Pero han aprendido. Y mucho.

Y es que el principal activo de los chicos y chicas de LaCaldera, aparte de su tenacidad, es su actitud sumamente realista, con cero divismo, sin egos rancios. Ellos quieren llevar su mensaje a la mayor cantidad de público posible, porque para ellos el teatro es algo fundamental, mucho más allá de una ocupación: «Para mí es una forma de comunicación, una forma de gritar, una forma de amar, una forma de compartir... El teatro es mi forma de hablar al resto del mundo», resume Mireia. Porque montar una compañía, como cualquier empresa cultural, es algo muy serio, que exige mucho: «Exige fe, creer en el objetivo, sentir que tienes algo que decir, pasando por el interminable camino de creer en uno mismo, por supuesto», explica David.

Por ello, por el teatro -«el moribundo más longevo de la historia», considera Sergio-, LaCaldera se ha sabido adaptar a las circunstancias. ¿La crisis? Sí, claro que ha afectado, pero un verdadero talento sabe transformar la adversidad en una ventaja: «Las instituciones públicas están retrasando mucho los pagos; es decir, tenemos que cubrir los costes de producción pero no recibimos las ganancias hasta muchos meses después, y esto desequilibra a cualquier empresa. Pero, a nivel creativo, nos ha beneficiado: cada tiempo necesita su teatro, y la decadencia económica que estamos viviendo precisa otras vías de comunicación con el espectador; también genera nuevos contenidos, un nuevo público está dispuesto a escuchar nuevas historias que le hablen de la realidad que está viviendo. Por otro lado, las colaboraciones entre las distintas disciplinas artísticas han proliferado porque necesitamos los unos de los otros; el abanico se amplía porque hay que hacer borrón y cuenta nueva, no hay nada escrito, y eso es bueno», argumenta Carbonell.

Y el público también evoluciona. «En Málaga cada vez hay más espectadores que arriesgan. Nosotros lo hemos comprobado con El Quirófano [un festival de teatro alternativo que LaCaldera coorganiza con otras compañías locales]; llevamos dos años haciéndolo y es increíble como un festival que se hace sin presupuesto consiga llenar todos los espectáculos», afirma Rosa Romero. Sin embargo, claro, hay peros: «A la agenda cultural de Málaga le faltan, sin duda, programaciones permanentes. Al espacio cultural malagueño le urge espacios que produzcan, programen y promocionen espectáculos a modo de temporada para crear así un volumen mayor de trabajo y educar al público para asistir al teatro de forma periódica, como una acción ociosa más, igual a tomar unas cervezas, el cine o ir a un evento deportivo. Lo que sobra... Demasiada cultura de bares», explica Sergio. Y complementa Carbonell: «Aquí faltan promoción y difusión. Si te pones a buscar, encuentras muchísimas propuestas interesantes cada día, de todas las disciplinas y para todos los gustos. Hay que contarles a los turistas, nada más bajarse del barco, que en Málaga hay más que Picasso y el flamenco (sin desprestigiar a ninguno de los dos). Si el turismo es una fuente de ingresos tan importante, ¿por qué no darles a conocer nuestra riqueza cultural en todas sus variantes?».

Para el futuro cercano, la agenda de LaCaldera está repleta. El viernes 20 se presentan en La Cripta con Tristán e Isolda y preparan un proyecto en la casa de los artistas Emmanuel Lafont y Okña, VillaPatata Factory que nos dejará con la boca abierta. «En él colaboramos con grandes artistas malagueños como Manu Meik, José Gallardo, Isabel Alba o el propio Lafont. Podemos desvelar que, por extraño que parezca, se trata de una experiencia acuática en la que el público será protagonista», avanzan.

Más información: www.teatrolacaldera.com.

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