El violinista Jesús Reina, considerado por la crítica especializada como uno de los instrumentistas con mayor proyección de Europa, regresa hoy a Málaga para interpretar, en compañía de la pianista israelí Irene Gaitani, un repertorio clásico en el que sonarán piezas de Beethoven, Sarasate, Debussy y Kreisler.

El concierto, que comenzará a las nueve de la noche, en el Teatro Echegaray, supondrá la primera actuación del año del concertista en Málaga, adonde llega después de una temporada jalonada por el aplauso de escenarios como el Carnegie Hall de Nueva York. Reina, de apenas 25 años, protagonizó recientemente un ciclo de conciertos en el Museo de Arte Metropolitano de la ciudad norteamericana, a la que se trasladó por indicación del maestro Punkas Zukerman, que quiso incluirlo en su plétora selecta de alumnos tras escucharle por primera vez en Madrid, hace ya algo más de una década.

En los últimos años, Reina ha logrado trascender la condición de niño prodigio para consolidarse en los teatros más importantes de Europa con una dicción musical muy del gusto de la crítica, especialmente por su virtuosismo y espontaneidad. Su carrera ha sido fulgurante. A los pocos meses de vida jugueteaba con una percha en su casa de San José El Viso, donde imitaba el sonido del violín de su abuelo, miembro de una panda de verdiales. Poco después, a los tres, ya daba clases con Vincenzo Puma y preparaba el repertorio de Bach. Fue el talento más precoz en ingresar en la Orquesta Joven de Andalucía, a las órdenes de Juan de Udaeta.

Su progresión, aquilatada por profesores como García Asensio, el propio Zukerman, o Menuhin, late en discos como el homenaje al maestro Jesús de Monasterio, grabado cuando sólo contaba con 17 años. Esta noche vuelve a Málaga, con un sonido maduro y una lista de éxitos en solitario que va desde Salzburgo y Viena a Nueva York.