Referente en el mundo de la imagen, la historia del cine y el cómic, Román Gubern (Barcelona, 1934) duda que la futura ley de Mecenazgo sirva en el cine y cree que la crisis hará de criba ante la abundancia de películas.

Compare el cine de hoy con el de los años 50 y 60, ¿salimos ganando o perdiendo?

Ha cambiado mucho. Hemos perdido y ganado. El cine ahora es menos mitogénico y en otros aspectos es más maduro. El cine de hace 50 años era para todo el mundo, para todos los públicos y hoy no. Hay un mercado de masas, con Spielberg o Cameron, y luego está el cine de autor que se dirige a minorías, como Haneke, Kiarostami o Von Trier. Ahora hay estrellas con gancho pero no tienen la dimensión mítica y la fascinación que concurren en el caso de Marilyn, que tenía una biografía digna de un cuento de Dickens.

Usted mantiene que el problema del cine español es el exceso de producción de películas...

Hay bastante consenso en eso, en la sobreabundancia de películas en relación con el mercado. Hay años en los que España produce más películas que Italia o que Francia, que tienen más población que nosotros, y hay un desequilibrio, lo que condena a muchas películas a que no se estrenen o se estrenen precariamente, esa es una de las mayores patologías. También hay clientelismo, como cuando Esperanza Aguirre encargó a Garci la película El 2 de mayo, una película oficialista que fue un estrepitoso fracaso. Y los años que fallan Almodóvar, Amenábar y Segura baja en picado la cuota de pantalla del cine español.

Pero la crisis ha reducido ya considerablemente el número de películas, ¿servirá de criba?

Por supuesto. La nueva legislación reduce mucho la ayuda pública y apuesta por el mecenazgo, en un país en el que no hay tradición de mecenazgo en el cine, como sí ocurre en EEUU. Y el problema es que arrancar una tradición nueva va a costar mucho porque los mecenas están acostumbrados a invertir en arte, en pintura, pero el cine es un oficio de cómicos poco responsables, casi de saltimbanquis, aunque el nivel profesional de actores, directores y operadores sea de primera fila.

¿Qué problema tienen los españoles con su cine?

Yo creo que el punto más débil, son los guiones, es lo que habría que reparar en un taller. Directores y directoras de prestigio han fracasado a veces con sus guiones.

El cine en casa gana terreno al cine en salas, ¿cuánto tiempo le queda a la pantalla grande?

Ya están cerrando salas en toda Europa y en Nueva York cuesta encontrar cines, no así teatros. Hay una fuga importantísima con Internet, donde convive lo legal con lo ilegal. Acostumbrado a ver el cine en grandes salas, con 500 butacas y donde el primer plano ocupaba la pantalla, que cuando se besaban estabas en medio del beso, llegaron las minisalas, con pantallas aceptables para ver a Woody Allen o a Rohmer pero no Gladiator o 2001. El cine desaparecerá en ciudades pequeñas, como ya está pasando, y el consumidor de cine se convierte en un espectador elitista, es una mutación cultural.

¿No cree, como Vargas Llosa, que la cultura acabará siendo puro entretenimiento?

Vargas Llosa ha resucitado la polémica de apocalípticos e integrados con la desaparición de la alta cultura, pero nunca estuvieron tan asequibles las lecturas de Tolstói o las grabaciones de Wagner. En algunos aspectos tiene razón sobre la banalización de la cultura, pero no lo comparto enteramente.

Facebook empieza a dar síntomas de cansancio, ¿qué opina?

Que demuestra hasta qué punto esto de las redes sociales se rige por modas. Ya se vio en los 90 con el pinchazo en la Bolsa de las compañías punto com y ahora le pasa a Facebook. El cibespacio es muy importante pero no toda la vida es ciberespacio.

Debuta en la novela con La confesión de Carmen, ¿por qué ese personaje?

Carmen es el mejor regalo que Francia ha hecho a la cultura española pero su historia la cuenta Don José, es una versión masculinista y discriminatoria. Yo me metí en la piel de la mujer gitana. Fue una incursión atrevida, y es bastante porno, pero a mis 77 años se pueden explorar otros territorios.