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Píldora imperfecta

Una puerta sin mirilla

"Ojalá todo te sea difícil. Ojalá nunca ganes el partido por incomparecencia del contrario", por Vicente Ortiz

Soy un recién llegado. Si yo he llegado hoy, tú llegaste ayer, anteayer no había nada: había nada. Somos recién llegados. Somos niños pequeños, y se nos caen los juguetes de las manos hechos pedazos. Somos gatitos con ojos como monedas de quinientas pelas. Somos un ordenado ejército de magdalenas caseras, dispuestas a ser devoradas por la viscosa sustancia que ordena los relojes. Somos gotas de agua a punto siempre de evaporarse. Somos refinados coleccionistas de resbalones y casi nadie parece saberlo. Somos altivos y arrogantes ignorantes, porque no hay peor –o mejor– ignorancia que la que se desconoce a sí misma. Somos recién llegados, y no hay una sola recta en el camino. Más allá de mi nariz está el mundo, ese gordo cabrón, redomado experto en zancadillas y curvas. Ay de aquel que no mantiene intacta y en perfecto estado de revista su capacidad de sorpresa. Somos recién llegados a esta resplandeciente boca de lobo y siempre lo seremos. Ojalá te toque vivir tiempos interesantes. Ojalá todo te sea difícil. Ojalá nunca ganes el partido por incomparecencia del contrario, porque el contrario también eres tú.

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