Cuentan los amigos de Alfonso Vázquez que de niño, mientras la televisión se despegaba del blanco y negro, a él le daba por abrazarse al atlas y soñar con islas remotas. Periodista de raza, escritor desopilante e imaginativo, en los últimos años el también redactor de La Opinión de Málaga ha acabado por crear su propias bestias míticas. Incluidas, las geográficas. La nueva, 'San Roque on the Rocks', una delirante colonia española en las islas británicas, reverso de Gibraltar, le ha valido el Premio Francisco García Pavón de Narrativa Policiaca.

Aunque heteróclita y de una mordacidad aplastante, 'Crimen on the Rocks' es su primera incursión en la novela negra. Hasta ahora, había destacado en obras deliberadamente humorísticas. ¿A qué obedece esa sed de sangre? ¿Son la tragedia y la comedia géneros inseparables?

La verdad es que 'Viena a sus pies' era una novela muy particular, pero tampoco se despegaba excesivamente de lo policiaco. Respondiendo a la pregunta, uno de los que atestiguó esa proximidad fue Jardiel Poncela y sus 38 asesinatos y medio del Castillo de Hull, que protagonizaba Sherlock Holmes de manera sumamente divertida. Se trata de una manera de volver del revés a un género que en ocasiones peca de excesiva rigidez y abusa de los tópicos, con rubias fatales y policías que se dan al whiskey y sueltan tacos. En ese sentido, me gusta que exista una novela negra alternativa, encabezada por gente como García Pavón, Eduardo Mendoza o Andrea Camilleri.

La novela abunda en referencias metaliterarias. Un escritor colonial acosador de Proust, Dickens e incluso el mismísimo Julio Camba, que forma parte del elenco de personajes.

En el caso de Camba, quise, por un lado, hacerle un homenaje y, por otro, aprovecharme de su personalidad y su talento para incorporarlo a la ficción. Para mí es un genio y tenía curiosidad por comprobar cómo actuaría en un escenario tan disparatado como sus artículos, una colonia española en el sur de Inglaterra, la versión hispánica de Gibraltar.

El libro fabula con un Gibraltar a la inversa y a la vez cuenta con una portada, obra de José María Gallego, en la que aparece Franco en el centro de la diana de un fusil. ¿Hablamos de distopía o de ucronía?

El mejunje resulta difícil de calificar. Quizá sean las dos cosas. En realidad la novela le debe mucho al ministro principal de Gibraltar, Fabian Picardo; si a este angelito no le hubiera dado por montar la que montó el verano pasado, cuando llegó a lanzar bloques de hormigón al mar para fastidiar a los pescadores españoles, a mí no se me hubiera ocurrido escribir este disparate. Frente al despropósito gibraltareño quise proponer otro mayor, imaginar cómo sería toda esa feria, con los españoles protestando en la frontera. De ahí sale 'San Roque on the Rocks'.

Un universo, sin duda, muy fecundo.

Algo así da mucho juego. Al margen de la ficción, me nutro de mi experiencia en Ifracombe, un pueblo escarpado precioso del norte de Devon, donde pasé cuatro veranos en vano intentando aprender inglés. La acción, o lo que es lo mismo, San Roque, se sitúa muy cerca de allí.

Supongo que se refiere a los paisajes, porque si ésa es la fauna real de Devon mañana mismo compro un billete y me doy a la fuga.

Invertí bastante tiempo en componer el universo de San Roque. Por ejemplo, aparece la sanroqueña, que son unos cantes de ida y vuelta, con préstamos del folclore de Devon, luego influencias arquitectónicas. E, incluso, literarias, porque los ingleses trafican con obras de Valle-Inclán, que siempre es mejor y menos burdo que hacerlo con tabaco.

Una sociedad de influencia anglosajona que escucha flamenco y se viste de gitana. ¿No es eso España en la época de la globalización?

Sí, claro, no hace falta más que darse una vuelta por el centro de las grandes ciudades, con comercios similares a los de Estocolmo o Nueva York. En la globalización, las fruslerías viajan a la velocidad de la luz. De hecho, la chorrada, la tontería, es lo que adoptamos con mayor tesón y rapidez.

¿Cuánto hay en el detective Mompou de la tradición del género policiaco?

Lo único que hay es la sensación de personaje desnortado, con poso de amargura, común a muchos detectives de novela negra. En este caso, justificadísimo, porque está destinado en la isla por orden de Primo de Rivera. Me imagino que es el típico catalán progre que termina ahí. Catalán progre, un especimen casi en extinción.

¿Cómo hace para compaginar periodismo y literatura? ¿Ve concomitancias o es más una cuestión de falsa cercanía?

Es un proceso lógico. Personalmente me considero uno de los muchos periodistas que son periodistas porque les gusta contar cosas; cuentas una rueda de prensa, pero también algo que se te ocurre y no dejas de narrar y de escribir. Es una continuación.