La temporada de conciertos de la OFM arrancaba, este fin de semana, junto a su director titular Manuel Hernández Silva y el piano de Javier Perianes. En programa tres páginas que encierran buena parte de las esencias del veinte. Poco público, menos del esperado, en el arranque de la Filarmónica de Málaga no tanto por el repertorio propuesto por el maestro Hernández Silva, como por la escasa difusión hecha del mismo.

Mientras en Bartók las notas poseen un carácter evocador soldado a los esquemas estructurales de su obra, por el contrario, en Kodály, especialmente en sus Danzas de Galanta una de sus páginas más interpretadas, no esconde la utilización de temas y modos populares. Hernández Silva, sensible a este hecho, centró su lectura precisamente en el carácter tornasolado de la tradición cíngara subrayando los continuos cambios de ritmos sobre un hilo conductor ascendente hasta el Vivace conclusivo.

El tercer concierto para piano de Bartók fue la última partitura realizada por el músico húngaro antes de su muerte, cuyos últimos compases sería añadidos por su discípulo Serly. Hernández Silva puso al servicio de Perianes la Filarmónica con un resultado sólido y coherente. Destacar el soberbio motivo central que en palabras del propio Perianes apetece como una de las páginas más desconcertantes y cargadas de emoción de la centuria pasada. El pianista onubense tiene previsto llevar al estudio de grabación este mismo concierto este otoño junto a la batuta de Heras Casado.

Hernández Silva cerraría este primer concierto de la OFM con Sibelius y su Primera Sinfonía, partitura que también tiene previsto interpretar dentro de la temporada de abono de la OCRTVE. Lejos de constituir un primer acercamiento del maestro a la obra, nuevamente la batuta del venezolano dejo clara el dominio y seguridad que le plantean la literatura sinfónica, especialmente posromántica con especial inclinación hacia los grandes nombres de la primera mitad del veinte. Incidir sobre el trabajo de las maderas y la cuerda en los contrastes de tiempo, la percusión y los bronces en los climas y precipicios anotados por Sibelius.

Concierto serio y bien amasado en sus ideas centrales propio de un conjunto maduro y versátil como es la OFM.