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Crítica teatral

Gran trabajo de José Sacristán

Muñeca de porcelana de David Mamet en el Teatro Cervantes con José Sacristán y Javier Godino con un casi lleno de entrada y gran aplauso. Y no es para menos, José Sacristán está inmenso en este personaje. No es ya el tipo de toda la vida, conocido de todos porque lo vemos en cine y televisión desde que me acuerdo. Es que José Sacristán, Pepe Sacristán, es un gran actor que se hace aún más grande sobre las tablas de un escenario.

La lección magistral de este veterano con mayúsculas nos la ofrece de la mano de una muy buena dirección, la de Juan Carlos Rubio, que ha sabido sacar el mejor partido de ese estilo teatralizado, de grandes entonaciones y modulaciones, de estupendos paréntesis y silencios que llegan al espectador emocionándolo a fondo. La historia que nos ofrece Mamet en esta ocasión es la de un muy muy rico empresario del que iremos descubriendo que además está ligado con la política y la mafia en los Estados Unidos.

El personaje, ya en lo que podríamos decir el final de su carrera, su cercana y voluntaria jubilación, o más bien su retiro a una isla solitaria junto a su jovencísima novia, compra un avión que será el desencadenante de mil problemas jurídicos internacionales y que aprovechará su mayor enemigo para destruirlo o al menos intentarlo. La grandeza del personaje está no sólo en lo que representa como coloso de un imperio corrupto y corruptor, sino también en esa parte de debilidad que tan sabiamente se reconoce sin que esté explícita en el texto. Y ahí Sacristán consigue sus mejores momentos. Es todo el tiempo un personaje prepotente y dominador, pero la degradación progresiva a la que somete al todopoderoso magnate consigue que incluso sabiendo que es un hombre despreciable, el espectador tome partido y quiera salvarlo, redimirlo, que logre sus objetivos aunque sean una villanía más.

Es imperdonable lo que nos hacen ver Mamet, Juan Carlos Rubio y Sacristán: que no somos racionales y nos dejamos llevar por partidismos que sólo responden a sensiblerías con las que nos dejamos estafar. Naturalmente hay un equipo estupendo detrás de esta puesta en escena, así la escenografía ayuda, con elegante ingenio, a describir ese espacio que está más allá de la clase media.

Pero también ahí está el partenaire, Javier Godino como contrapunto ideal, en una creación siempre difícil, la de un personaje cobarde que permite al principal exponer su vida sin tapar. El brillo a la sombra. Un placer disfrutar de un espectáculo de teatro tan completo.

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