Es posible que la familia te asfixie. Que sea mejor vivir alejado de ella. Que no quieras participar de sus rituales. Pero cuando el mundo se derrumba a tu alrededor, la familia es el verdadero salvavidas. Bajo esta premisa se desarrolla la historia de Monogamia, el nuevo proyecto de Factoría Echegaray que este miércoles vive su estreno (20.00 horas). El malagueño Nacho Albert dirige esta obra del autor chileno Marco Antonio de la Parra protagonizada por dos hermanos «muy diferentes entre ellos» que se reúnen en un momento delicado.

«El tema central de Monogamia es la familia. La fuerza de la sangre. Es imposible que el espectador no empatice con esta obra. Porque todos tenemos familia, miserias y secretos familiares, así como lugares comunes, como la infancia. La obra habla de la familia desde el punto de vista de la fraternidad, del amor entre hermanos», destaca Albert.

Juan, interpretado por Paco Pozo, es un padre de familia que está felizmente casado y que tiene un puesto muy importante en una multinacional. «Es un tipo al que aparentemente le sonríe la vida», explica el director. Pero un día Juan entra en crisis. En su vida se cruza una veinteañera por la que pierde el juicio. «Y no se lo ocurre otra cosa que llamar a su hermano mayor, Felipe, que es un viva la vida». Este personaje, al que encarna Miguel Guardiola, acude a la llamada de su hermano. «Felipe es todo lo contrario a Juan: es un bohemio mujeriego que ha coqueteado con las drogas y tiene inquietudes literarias». Ambos, que no mantienen contacto habitualmente, se citan en un lujoso club al que Juan suele acudir cuando se reúne con importantes hombres de negocio. «Aunque Juan posee un estatus superior a su hermano mayor, conforme avanza la obra va demostrando que es un inmaduro y que la situación que vive con esta chica que se ha cruzado en su vida le sobrepasa».

Albert asegura que la monogamia que da título a la obra, y que sirve de argumento inicial para el encuentro entre los personajes, «es simplemente un pretexto para contar otras cosas». «En realidad, este hombre está pasado por una crisis de los cuarenta como un demonio. Y llama a su hermano para que le dé las claves, porque toda su vida, en apariencia tan firme, se está desmoronando».

En este encuentro afloran muchas mentiras y miserias que ambos hermanos se reprochan, pero «al final lo que sale es el amor y la admiración que se tienen el uno al otro. Por mucho daño o traiciones que ambos hayan cometido para con el otro, al final lo que prevalece es la fraternidad», confiesa el director, para quien toda buena comedia se tiene que sustentar en un drama. Para este montaje, Albert ha contado con Beatriz Mori como ayudante de dirección, Azael Ferrer en el diseño de iluminación y la música de Miguel Olmedo.