José Pablo García siempre le busca las vueltas al humor. Dotado de un ingenio supremo y también, por qué no decirlo, de una notable capacidad para obsesionarse con asuntos singulares, el dibujante malagueño, en plena consolidación de su carrera comiquera gracias a sus trabajos a partir de ensayos sobre la Guerra Civil de Paul Preston, se desfoga con una de sus más curiosas invenciones, las Palindrotiras: sí, tiras cómicas que se leen igual del derecho que del revés para conseguir efectos desopilantes. Las lanza desde el nuevo blog de La Térmica y, créanme, tienen tanta guasa como miga.

Muchos no saben todavía que José Pablo es hermano de David Leo García, el poeta al que paran por la calle no por sus versos (¿a alguno le sucederá eso?) sino por haber ganado un megabote en Pasapalabra gracias a su pericia con el diccionario rayana en la enfermedad: « «Esta debilidad por los juegos de palabras idiotas la hemos heredado de mi padre, y en las comidas familiares suelen estar muy presentes. También nuestro hermano mayor Alfonso, ingeniero y principal letrista del grupo musical Isbert [banda de pop de José Pablo García], es muy hábil en estos asuntos. A finales de los noventa, Alfonso, David Leo y yo, hicimos una pequeña competición palindrómica. Sin duda fui el rival más débil, incapaz de componer algo más largo que Sí, libros, sor Bilis», recuerda el dibujante.

HistoriaLa cosa, finalmente, fue a más: «Apropiándome de algunos palíndromos ajenos traté de componer una historia coherente de tres páginas, y esto dio lugar a Amar, ¿dará honor a varón o hará drama? La obra fue premiada en el Málaga Crea de 2009 gracias a Ángel Idígoras, único miembro del jurado que pilló la broma y se lo hizo ver al resto». Las palindrotiras tomaron su forma definitiva en 2014, cuando Camilo de Ory le propuso colaborar en La croqueta, una revista web que coordinaba. «Decidí que toda la plancha fuese un solo palíndromo, de cosecha propia, y que contase una pequeña historia. Ya había aprendido a hacer los míos propios y llevaba tiempo colgándolos en las redes sociales», apunta José Pablo, cuya novia, por cierto, tiene «nombre palindrómico, como no podía ser de otra manera»: Ada. Precisamente a ella se le ocurrió hace dos años que abriese una cuenta de Twitter [@palindrotiras] para ir subiendo estas tiras: «Tuvieron muy buena aceptación». Y después vino el empujón definitivo: «Tras un parón de muchos meses, las volví a retomar con fuerza en abril de este año gracias a Héctor Márquez, que me preguntó si tenía algo para publicar en el nuevo blog de La Térmica. Y ahí empezó otra vez la fiebre».

Proceso

No crean que el proceso de crear una palindrotira es el de la ocurrencia furtiva. «Esto es como una enfermedad. Solía durarme un par de meses al año, pero ahora llevo desde marzo con el radar puesto. Cuando estoy leyendo (ya sea una novela, subtítulos o carteles por la calle) y sospecho que alguna palabra tiene portencial, la leo del revés y si me sirve, la anoto. Tengo un archivo de word de 15 páginas con pequeñas piezas que aún no han encontrado su sitio, y hago consultas a esa lista de vez en cuando», nos explica.

¿Y cómo se crea algo así? García nos lo explica: «En mi caso, empezando siempre por el núcleo. Hay palabras como Azorín (al revés, ni roza) o alevín (nivela), que unidas a su reverso componen un palíndromo cerrado; pero lo interesante es que quede algún cabo suelto, para que puedan crecer». ¿Y qué puede salir de retorcer y exprimir el diccionario? «La práctica totalidad de lo que pueda salir es un disparate, por eso creo que el apoyo gráfico es indispensable. Lo ideal es que sea lo menos gratuita posible, cosa que pocas veces cumplo. El humor podría ser otro requisito, pero tampoco hay que esforzarse mucho para que éste surja, porque la sonoridad del palíndromo suele resultar ridícula. Antiguamente las dibujaba siempre, pero descubrí que la fotonovela, aparte de resultar menos laboriosa, resultaba más eficaz», asegura José Pablo.