En el mundo existen 190 países, dos millones de ciudades y siete mil de habitantes. En cada ciudad miles de tejados, y debajo de cada uno innumerables historias. Pata Teatro estrena Debajo del tejado y nos ofrece algunas. Es la vida privada de la gente, llena de anécdotas la que, con su fuerza, hace que el cielo se ilumine. La energía que proviene de cada tejado es la que logra que el mundo vibre. Y eso es lo que logran los componentes de Pata Teatro: hacernos vibrar con la ternura, con la bondad de unos personajes entrañables.

La cordial anciana que habita en uno de los pisos nos sorprende en sus conversaciones cotidianas con la vecina como conocedora de la filosofía de Nietzsche. Los del bajo tienen la tradición de enamorarse de alguien que encuentran en el portal, así que si uno de los miembros tiene un tropiezo eso puede ser una certeza para los demás de una futura pareja. El nuevo inquilino es un nómada que vive de ciudad en ciudad y que por su propia naturaleza tiene que seguir viajando, aunque salte la chispa con la chica más simpática del bloque. Esa joven que para no escuchar la pelea de sus vecinitos tocaba el piano e inventaba melodías. La misma que sube a la azotea y que cuida de un secreto, que no podemos contar porque dejaría de ser secreto, pero que tiene que ver con esa energía que ilumina el cielo por las noches. Son cuentos urbanos con un desarrollo dramático espléndido. Cada anécdota tiene su propio progreso y sin embargo se entremezclan en una serie de escenas que se cruzan con pinceladas breves de otras logrando una narración ágil. Vivacidad que no desdeña un ritmo reposado, que se recrea en cada situación y cada personaje para mostrarnos otros aspectos teatrales magníficamente encajados.

Hay diversas habilidades corporales, hay elementos escenográficos preciosistas, hay diferentes artes teatrales, sombras chinescas, títeres. Todo para ilusionar al espectador. Un gran y amable engranaje en el que sobrevuela un elemento fundamental: el humor. La gracia interpretativa de los actores, Macarena Pérez Bravo y Carlos Cuadros, su buena conexión, el desparpajo con que visten a sus personajes, mantiene la atención del patio de butacas y logra en niños y en adultos la empatía y la risa.

Claro está, que Pata Teatro es un equipo, pero se deja ver la actuación personal en la dirección de Josemi Rodríguez que ha logrado fijar todos los elementos como si procediesen de uno mismo, una misma historia de las muchas que suceden debajo de los tejados.