Sur, la novela con la que el malagueño Antonio Soler obtuvo recientemente el I Premio de Narrativa Alcobendas Juan Goytisolo, narra un día de una ciudad contemporánea, y escribir sobre este «caleidoscopio» de gente, con su variedad de historias y lenguajes, ha sido como «dirigir una orquesta».

Se trata, según el jurado, de «una novela de riesgo donde se combinan elementos estilísticos, planos narrativos distintos en un fresco social tan absorbente como impactante, que nunca abandona la altísima calidad». Efectivamente, el autor reconoce el «riesgo» o «reto» que afrontó al «poner sobre la mesa todo lo que había aprendido en 30 años de oficio», sin tener en cuenta «las coordinadas de moda o las tendencias preponderantes» para hacer, sin más, «una apuesta por la literatura».

Soler (Málaga, 1956) considera que «la cultura popular ha entrado de lleno en otros ámbitos literarios de asimilación rápida y olvido rápido, que son muy legítimos», pero frente a ellos hay otra literatura más exigente «que apela a otros paladares, más tradicionales o comprometidos». Para escribir su novela estableció primero «unas coordinadas básicas de tiempo, espacio y lenguaje para poder contar «la historia de decenas de personajes en unas horas y conseguir que el lector se metiera en su carne sin pedir auxilio», lo que era un riesgo técnicamente complicado.

No obstante, explica Soler que es un «desafío» que grandísimos escritores llevaron a cabo con éxito, en la tradición de novelas que ocurren en un solo día como Ulyses, de James Joyce; Mrs Dalloway, de Virginia Woolf; o Bajo el volcán, de Malcolm Lowry y de las novelas que se centran en la vida de una ciudad como Manhattan Transfer, de John Dos Passos, un reto que Soler ha querido, por lo menos, intentar, explica.

Su novela es una obra de 500 páginas en las que cuenta un solo día de mucho calor, en verano, en una ciudad del sur. La protagonista fundamental es la propia ciudad a través de unos personajes «que se van cruzando, cada uno con sus peripecias, formando la historia», señala.

Personas de diferentes estratos sociales, con distintos lenguajes y variadas propuestas estilísticas componen esta novela, conformando así un «cóctel narrativo de historias que conforman la historia de una ciudad». «Me interesan mucho los personajes dispares que convergen por azar o los que, destinados a unirse, se separan», dice el autor que destaca cómo el calor se convierte también en «un personaje más» que tensa las situaciones.

Abogados, policías drogadictos y mendigos, empresarios, adolescentes, reproducen el universo de una ciudad en esta novela que incluye una curiosa guía de personajes que comenzó pensando en una mera orientación para el lector. «Pero se me fue calentando la mano al describir a personajes secundarios y terciarios con datos que incluso no aparecen en la novela, y se convirtió en algo así como el otro lado del espejo».