Escribió poesía y teatro. Fue articulista y crítico de arte. Dirigió la revista 'Éxodo', en la que colaboraron Unamuno, Joaquín Costa, Salvador Rueda, Ricardo León o Ramón Gómez de la Serna. Entabló amistad con personalidades como Jorge Guillén, Gerardo Diego, los hermanos Álvarez Quintero y Jacinto Benavente, y también fue autor de varias zarzuelas. Nació en la céntrica calle Panaderos, pero pese a su sorprendente currículum, Fernando de Lapi (Málaga, 1891-Madrid, 1961) resulta una figura por completo desconocida.

Una parte del legado de este misterioso escritor malagueño ha regresado ahora a su ciudad natal gracias al interés mostrado por el investigador Rafael Inglada, que en 2009 comenzó a recopilar su poco difundida obra poética. Al enterarse la familia de De Lapi del interés de Inglada, decidió regalarle «un par de cajas» repletas de escritos y documentos personales. «Se pusieron en contacto conmigo a través del editor José Luis Córdoba, y a mediados de agosto viajé hasta Soria, donde estaban estos papeles», relata Inglada, que al comenzar a ordenar el material descubrió la sorprendente e interesante vida del literato

De Lapi, que «fue un hombre muy conocido en su época», según Inglada, solo pasó sus ocho primeros años en Málaga. «Debido al traslado de su padre, que trabajaba en el Banco de España, se marchó a Sevilla y de ahí a Barcelona. Más tarde se trasladaría a Santander, donde se tienen noticias de sus primeros trabajos en prensa. Cursó sus estudios universitarios en Valladolid. En esta ciudad, entre 1908 y 1909, dirigió 'Éxodo' y entró en contacto con Jorge Guillén, junto a quien firma en 1917 la adaptación de la obra de teatro El asalto, del dramaturgo francés Henry Bernstein».

Esta obra, de la que hay una copia en el legado que posee Inglada, es la primera referencia teatral que se le conoce a Guillén. «Hasta ahora no se tenía conocimiento de que el poeta vallisoletano hubiera realizado adaptaciones teatrales», destaca el investigador malagueño, que ha consultado este punto con la Fundación de Jorge Guillén. «Me dijeron que ni en sus fondos en Valladolid ni en los que están en Estados Unidos hay referencias al respecto».

Junto a El asalto, Inglada también ha encontrado entre los papeles de De Lapi un ensayo de Guillén titulado La sensibilidad pacifista de Francia, fechado en 1917, que versa sobre el papel del país galo durante la Primera Guerra Mundial, y numerosas cartas. «Se tratan de las cartas más antiguas que se conocen de Guillén», explica.

En 1925, antes de instalarse ese mismo año definitivamente en Madrid, Fernando de Lapi publicó un libro en la editorial Mundo Latino titulado 'Suma poética', que recoge parte de lo que había escrito durante estos años y que supone su única referencia editorial, pese a que en su legado hay «cientos de poemas inéditos, muchos de ellos manuscritos». En 1932, después de haber llevado a escena varias obras de teatro, estrena en el madrileño Teatro Cervantes La rica de Mombeltrán, la obra «que le reportó mayor éxito». A mediados de los años cuarenta, escribe junto a Leandro Navarro la letra de la zarzuela La niña del polisón, con música del maestro Moreno Torroba, «que también tuvo mucha repercusión».

Rafael Inglada sostiene que De Lapi era «buen articulista y un poeta discreto que se enfangaba en muchísimos proyectos», razón por la que, posiblemente, «no destacara en ninguno de ellos». «Tengo la impresión de que lo quiere llevar todo para adelante y acaba haciendo un batiburrillo. Y eso es lo que le pierde». Para el investigador, cuyo interés es «rescatar del olvido a este ilustre malagueño», asegura que lo ideal sería que «una institución se hiciese cargo de estos papeles y que publicase sus poesías completas».

Inglada ha dividido los fondos en dos secciones. Una con sus obras teatrales, «con más de veinte títulos, la mayoría inéditos, como 'Metro' o 'La virgen de los cuchillos'», y que puede que termine en el Centro de Documentación Teatral de Almagro. Y una segunda centrada en su producción poética, con cientos de poemas inéditos y mucha correspondencia, entre la que se encuentran 22 cartas de Jorge Guillén, además de una tarjeta de visita y un telegrama; tres cartas de Gerardo Diego, dos de Salvador Rueda, otras dos de Gabriel Miró y otras de Alfonso Paso, Jacinto Grau, Joaquín Costa y el popular actor José Tallaví, entre otras.

Fernando de Lapi, que evidentemente estuvo vinculado a la Generación del 27, «aunque no se le puede considerar parte de ella», merece un lugar en nuestra frágil y descuidada memoria.