Tras iniciar su carrera lírica con 17 años, y con una trayectoria que «ha sido lenta, pero siempre en ascenso», Berna Perles, malagueña y soprano, debuta hoy con su primer trabajo «en la primera división» de los teatros españoles: el madrileño Teatro de la Zarzuela. Perles participa en el estreno de la ópera de La Casa de Bernarda Alba, una obra de Miquel Ortega, que se estrena a nivel mundial y en la que da vida a Angustias.

Recuerda cómo tras acabar el Grado Medio de piano quiso seguir con la música, pero con otra asignatura «menos esclava» para poder compatibilizarla con la Universidad. «Mi madre me animó a hacer las pruebas para el Grado Medio de Canto», apunta. Fue así como la artista comenzó a descubrir la lírica. En su primer año de estudios formó parte del coro de Katiuska en una producción de Teatro Lírico Andaluz: «Nos pagaban unos 50 euros», sostiene, aunque para ella ya era toda una fortuna. «Que me pagasen por cantar ya me parecía un privilegio».

Los inicios de Perles se remontan a su ciudad natal, donde obtuvo el Título Superior de Canto en el Conservatorio de Música. Y no lo hizo como una más, ya que obtuvo la Matrícula de Honor. Además, se ha formado en muchos lugares del mundo, «haciendo cursos, masterclasses y recibiendo clases con muchísimos maestros». Sin embargo, «el punto de inflexión» en su carrera y «en su vocalidad» ocurrió hace 4cuatro años, cuando conoció a la mezzo-soprano Glenys Linos, quien fue su maestra en Viena en su búsqueda por ser «la mejor cantante que pueda ser», cuenta.

Tras este cambio pudo ganar algunos concursos tanto a nivel nacional como internacional. «Empecé a trabajar con mi agente y a audicionar en los teatros en los que ahora empiezo a trabajar». Y desde entonces han sido muchos quienes han confiado en su talento. «Estoy muy agradecida a la gente que de forma desinteresada te tiende una mano en un mundo tan complicado», declara.

Siente que estar sobre el escenario es su lugar en el mundo, donde se encuentra «conectada y en paz», señala. «Es muy difícil» pensar en tomar otra decisión que no sea seguir en esta carrera, declara. La emoción que siente Perles en el escenario, «tan fuerte y arrolladora», la guía e impulsa «a seguir andando». Sin embargo, no todo tiene un sabor dulce en esta trayectoria: «Lo más duro, quizás, son los momentos de duda y de miedo», por el hecho de no adaptarse a una vida convencional que, a veces, « genera dudas». Pero ella siempre encuentra luz en la música, que, asegura, siempre le «rescata de ese pequeño pozo» y le hace «relativizar» todo a su alrededor y ver «lo privilegiada» que es. Y ese es el legado que quiere dejar a sus dos hijos: «Desarrollar tus dones y talentos al máximo para poder dedicarte a lo que amas».

Después de un camino en el que no todo ha sido color de rosa, la propuesta de debutar en el Teatro La Zarzuela supone «un sueño realizado». «Me sentí feliz, muy feliz», confisa. Esa felicidad vino al poder ver «el principio del resultado de años de entrega». Hoy, a solo unas horas del estreno, confiesa su nerviosismo, a la vez que su seguridad sobre el escenario. «Me siento segura y confiada. Algo nerviosa. Expectante. Y feliz».

De La Casa de Bernarda Alba, de Miquel Ortega, destaca sin duda, la decisión de que «la madre de Bernarda sea un personaje hablado». La soprano, que da vida a Angustias, explica el proceso de interiorización,«muy natural pero también muy duro». Por último, la malagueña espera que todo el trabajo quede reflejado en la actuación y sea bien recibido por el público, y por supuesto, «que el teatro quede contento» con su trabajo . En cuanto a futuros proyectos, asegura que prefiere vivir el presente: «Lo demás, que no depende de mí, lo dejo a la vida. Que me sorprenda».