Artistas hay muchos (¿demasiados?), buenos, malos y también regulares; pero talentos personales e intransferibles, de los que polarizan, singulares, contra las convenciones de la cultura y su consumo... De ésos no hay tantos. Es más, hay pocos. Por eso cuando aparece alguien como La Dani los consumidores más inquietos de eso que damos en llamar cultura deben abrir bocas y oídos, deshacerse de los prejuicios, para celebrar su mera existencia. ¿Se imaginan a Lola Flores perreando a ritmo de dembow? ¿O a Beyoncé de compras por un mercadillo dominguero? ¿O a McNamara comiéndose un campero del Parrilla? Todo eso y mucho más es Daniel Pozo, dependiente de tiendas de ropa, modelo, cantante y actor, y, sobre todo, personaje imprescindible del underground malagueño que pronto explosionará en la escena nacional. «La esperanza queer de la música urbana española». Así le ha saludado la revista Vice, biblia de lo salvaje, bizarro y peculiar, en un reciente perfil y entrevista que han publicado sobre el malagueño.

«Dices que lo muevo como Beyoncé / eso ya lo sé / cuando tú te acercas se moja mi piel / Eres mi Jay-Z». Ése es el estribillo que a muchos se les quedó clavado en el Orgullo Gay de San Juan de Letrán de hace un par de años. El de 'Como Beyoncé', la canción con la que se presentó en sociedad como cantante: «Le dije a mi amigo del colegio de toda la vida que es músico, Guille [Estereotipo, su inseparable productor y un instintivo creador de hits al que hay que seguir muy de cerca) que hiciésemos una canción de broma para las amigas, para ponérnosla, reírnos y ya está. Y así salió Como Beyoncé», recordó para Pez Magazine.Cuentan que fue apotéosico. Escúchenla, si no lo han hecho todavía y descubrirán por qué la cosa se viralizó con rapidez y abrió el apetito de los buscadores de singularidades musicales. Luego llegaron Gordo y apretao (sí, una tremenda oda al trasero) y, la última, Ciudad del vicio, quizás su más lograda hasta la fecha, sobre Málaga, su Málaga.

A los 9 años Daniel se sentía muy a gusto (y, claro, se siente) vistiéndose de mujer. Le encantaban los Carnavales, más que nada porque era el momento en que podía sentirse mujer «sin que sonara raro». Ahora ya no necesita el permiso del calendario para hacerlo: «Con lo que no me siento cómodo es bajo los parámetros de tener que vestir de tal forma por ser hombre, o de tal otra por ser mujer. Es por eso que desde chica hacía lo que me apetecía», asegura en Vice. Años después, su «sueño platónico», bajo la ducha, era imaginarse cantando, sobre un escenario. «Me visualizaba encima de un escenario, pero nunca habría pensado que llegaría». Pero lo ha hecho. Y a lo suyo. «Diría que lo que hago es un ni canta ni baila, pero no se la pierdan como le decían a Lola Flores, que más quisiera yo», sentenció para Pez Magazine. No le crean: es todo un fenómeno.

Estos días ha presentado el videoclip de su nueva canción, 'Ciudad del vicio', «con cero presupuesto y todo entre amigos», como a él le gusta hacer las cosas. La pieza es un catálogo que resume a la perfección el mundo de La Dani, el reverso químico, megahedonista e hipermoderno de nuestra ciudad: «Málaga me parece una ciudad increíble, con un clima increíble y una gente muy guay. Por ahí va el concepto. Oro, bailes, palmeras, aquí tienes lo que tú quieras». Porque Daniel es muy de Málaga, y, sobre todo, muy de barrio: «Me he criado en La Victoria, ése es mi background. Yo escuchaba absolutamente de todo, pero todo muy de barrio. Desde el Tijeritas hasta Operación Triunfo».

Ha hecho cortometrajes, ha vestido ropa de Palomo Spain, ha protagonizado campañas y spots publicitarios, ha protagonizado videoclips para otros grupos (como los malagueños Arista Fiera)... Pero de algo hay que comer: en febrero se va a Madrid para trabajar en una tienda de ropa y para «cambiar de aires». Y buscará profundizar en su faceta como actor: «Sí me gustaría es explorar la parte de actuar porque también me siento muy cómoda siendo actor. Próximamente se estrenará un corto donde aparezco siendo el consejero maricón de dos bolleras». Habrá que estar atentos.