nHasta hace poco el nombre de Iliá Zdanevich, más conocido como Iliazd, le resultaba familiar sólo a los aficionados más irredentos al dadaísmo. Tipógrafo experto, creador de lenguajes imposibles e ideólogo de ismos poco probables como el todoísmo («Todas las formas artísticas del presente y del pasado, de aquí y de allí, son contemporáneas para nosotros, así que el artista puede usarlas libremente, como desee»: era su leitmotiv), no demasiados sabían que fue un gran amigo y colaborador de Pablo Ruiz Picasso. La amistad entre el malagueño y el ruso es el corazón de la nueva temporal de la Fundación Picasso. Casa Natal, coproducida con el Museo Pushkin, una muestra que documenta los cincuenta años de amistad y de relación artística entre ambos genios.

El coleccionista Boris Fridman, que posee unos destacados fondos de libros ilustrados y ha comisariado la exposición, aseguró ayer en la presentación que no tiene respuestas para explicar la razón por la que la amistad y colaboración entre Picasso e Iliazd ha sido «totalmente desconocida por los expertos del arte internacionales».

El director de la Fundación Picasso, José María Luna, recordó que, hace casi treinta años, el Museo Pushkin ya cedió obras del artista malagueño a la Fundación Picasso para una exposición, y ahora ambas instituciones coproducen esta muestra «para recuperar el peso y la presencia de Iliazd, una personalidad importante en el futurismo y el dadaísmo ruso, en la vida de Picasso».

Zdanevich, conocido en el extranjero como Iliazd, irrumpió en el arte mundial como un editor único de libros de artista con grabados de artistas destacados del siglo XX. Un lugar especial entre las publicaciones de Iliazd está ocupado por su colaboración con Pablo Picasso, ligada a la amistad personal. El proyecto de exposición, preparada junto con coleccionistas privados, con quienes el museo tiene muchos años de cooperación, pretende mostrar en su totalidad las obras creadas en la colaboración creativa de dos maestros del siglo XX, apuntó la directora del Museo Pushkin de Bellas Artes, Marina Loshak

Picasso e Iliazd se conocieron en 1922, su amistad se prolongó hasta la muerte del malagueño en 1973 y la última edición conjunta de ambos se publicó después de la desaparición del pintor. Entre los detalles que muestran esta relación, figura el hecho de que Picasso debería haber estado presente como testigo durante el registro del matrimonio de Iliazd en 1968, pero ese día no estuvo en la ciudad, por lo que este papel lo desempeñó la esposa del malagueño, Jacqueline Roque. Sin embargo, Picasso, específicamente para la notificación de su matrimonio, hizo un grabado irónico con la imagen de los recién casados.

Tanto Fridman como Loshak están encantados de que el reencuentro de los viejos amigos sea en un «lugar sagrado», la Casa Natal de Picasso; un espacio del que seguro que el malagueño le habló al ruso en sus muchísimas conversaciones nostálgicas sobre sus países de nacimiento.