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Con los ojos brillantes de siempre

Antonio Banderas enseñó anoche a la prensa el musical con el que abrirá la gran aventura de su vida, el Teatro del Soho CaixaBank - El pase de 'A Chorus Line' para los medios de comunicación, sirvió como homenaje efervescente y hondo a una profesión, la de hacer teatro, por parte de alguien que la ama desde que era un chaval

Con los ojos brillantes de siempre

Decíamos el otro día que si el Antonio Banderas maduro, que supo comprar su libertad en Hollywood, capaz de alternar trabajos populares y mediáticos con otros de prestigio y con promesas de grandes premios, pudiera dialogar con el Antonio Banderas joven, el artista incipiente y hambriento, el que iba en Vespino con casco y plumas rumbo al Teatro Romano para una función, probablemente le diría: «No te preocupes. Verás un poquitín de miseria pero todo al final irá bien». Anoche, viendo a Banderas, el de los casi 60 años, con sombrero de copa y traje dorado, en el número final de 'A Chorus Line', uno se daba perfecta cuenta de que el Banderas de casi 60 años y el otro, Antoñito, el chaval, no tienen nada de qué hablar porque son el mismo. Con esos mismos ojos brillantes.

Muchos esperaban que el Teatro del Soho CaixaBank iba a abrir con 'Zorba El Griego', uno de esos innumerables proyectos que duermen en los (me imagino) gigantescos cajones del despacho de Antonio Banderas. No habría estado mal, desde luego, pero a mí me resulta más apropiada y generosa la apuesta por 'A Chorus Line': musical de musicales, polifonía sobre la cotidianidad de los que jamás saldrán en los carteles de los shows que, sin embargo, contribuyen decisivamente a levantar. Estuvo inteligente el malagueño cuando eligió el musical de, entre otros, Michael Bennett y Marvin Hamlisch: ¿qué mejor pieza que ésta para iniciar un proyecto que pretende abrazar el teatro desde dentro, como experiencia y educación, no sólo como arte que contemplar y aplaudir?

No sé cómo habrán sido las dos funciones con público anteriores ni cómo serán las que resten a partir del estreno oficial, el viernes, pero la de anoche, la que se dedicó a la prensa y los medios de comunicación, resultó un show efervescente y contagioso en sus momentos más ligeros y hondo y sentido en las porciones más dramáticas.

Es un musical sencillo en las formas y apariencias pero, como revelan sus responsables, de una matemática compleja. Logra que la maquinaria sea invisible y eficaz la nómina de intérpretes. Uno de los grandes talentos de Banderas es el de saber reconocer el talento de los demás (recordemos: Mario Casas, Raúl Sánchez Arévalo y Marta Nieto tienen en 'El camino de los ingleses' su primera o segunda entrada en iMDB). Aquí la labor de cásting es encomiable: el elenco es sólido y sabe hacer justicia a esos personajes que normalmente son sombras, fuera de foco; destaca, eso sí, Estíbaliz Ruiz, de voz limpia y rotunda, y con esos ojos brillantes, los que siempre llevan los chalados que comparten lo que son los que demás por un aplauso.

Banderas (ya lo anunció y lo sabían cualquiera familiarizado con esta obra) está poco tiempo en el escenario. Seguro que también es por eso que eligió 'A Chorus Line': su Zach, el director de un casting que termina siendo una especie de sesión de terapia íntima para todos y cada uno de sus participantes, es más una voz en off que un protagonista; es, digamos, un catalizador de historias y emociones. Y éste es otro mensaje implícito en la aventura del Teatro del Soho: el actor y director, ahora empresario teatral, cede generosa y humildemente su espacio y protagonismo a unos chicos y chicas que, como los personajes del musical, no han sido carne de neón para que brillen por primera vez. Y deseando que no sea la última.

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