Enamorada de la cultura clásica, la autora zaragozana ha participado en el Congreso de las Librerías organizado por la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros, que reconoció su último trabajo, El infinito en un junco (2019), dentro de los III Premios Los Libreros Recomiendan.

¿Qué nos puede aportar el mundo clásico en una sociedad como la actual, hecha de prisas y redes sociales y en la que la instantaneidad, y no lo importante, es lo que prima?

Creo que, precisamente, el contrapunto; ese contraste con la fugacidad con la que todo pasa y nada dura, con este mundo en el que solo vivimos rodeados y sumergidos en modas, en tendencias. Los clásicos nos anclan a las cosas esenciales. La mitología antigua tiene el don de expresar y contener todo lo que nos afecta: nuestros miedos, nuestras pasiones, nuestros duelos€ Los descubrimientos de griegos y romanos nos interpelan desde el pasado. Yo creo que conocer lo que nos ha precedido, con sus errores y sus logros, es la única forma que tenemos de modelar el futuro, aprendiendo de lo que ha acontecido.

¿Los clásicos ya lo han dicho todo?

Yo creo que la humanidad está constantemente buscando formas nuevas de decir lo que ya hemos sentido, lo que ya hemos vivido, lo que ya hemos experimentado. Y es cierto que cada época necesita de sus inflexiones distintas -aunque estemos cantando la misma canción necesitamos cambiar los estribillos-, pero a mí siempre me ha tranquilizado la voz de los antiguos, y sentirlos tan próximos en sus angustias y sus miedos, sentir que ha habido personas que se han sentido como nosotros ya hace milenios.

No se agotan los mitos, ¿por qué?

Nunca, nunca se agotan. Los mitos son las historias que mejor han funcionado a lo largo del tiempo. Han ido pasando filtros sucesivos siglo tras siglo, y si no hubieran sido historias que tienen una capacidad universal de emocionar y de explicar, habrían caído en el olvido.

Y siguen existiendo.

Son un prodigio de supervivencia. Todos esos mitos a los que seguimos acudiendo (Orfeo, Ulises, el laberinto€) nos están contando algo esencial. Y hace muchos milenios que no queremos vivir sin los mitos, seguimos acudiendo a ellos. Estamos acostumbrados a vivir con historias tan antiguas que hemos perdido el asombro ante el hecho de que las primeras historias del mundo Occidental sigan vivas todavía hoy, con lo frágiles que son las historias...

Y siguen inspirando las historias que nos llegan ahora.

Cuando voy a los institutos insisto a los estudiantes en que la mayoría de las sagas juveniles que ellos ven en el cine o leen en los libros están inspiradas en los mitos. Por ejemplo, la saga de Harry Potter está escrita por una filóloga clásica como J. K. Rowling, y tiene muchas referencias al mundo antiguo. El Corredor del laberinto lleva ya en su nombre el mito del Laberinto, y Las crónicas de Narnia son de C. S. Lewis, que también era filólogo. Y Tolkien estaba totalmente fascinado por los mitos cuando escribió El Señor de los Anillos. Hay como un doble discurso en todo esto: por un lado, estamos diciendo que el mundo antiguo, el latín y el griego, ya no tienen lugar en el mundo contemporáneo, sin embargo, está inspirando a una enorme cantidad de creativos, de escritores, de guionistas, en el mundo contemporáneo. Lo negamos y al mismo tiempo acudimos a ellos sin cesar, constantemente.

Háblenos de El infinito en un junco.

Empecé a escribirlo hace cuatro años, en un momento en el que había muchos mensajes y pronósticos que anunciaban el fin del libro de papel, y decían prácticamente cual era la fecha de defunción del libro tal y como lo habíamos conocido hasta entonces. Parecía que el libro electrónico iba a arrasar y acabar eclipsando totalmente toda una cultura milenaria de transmisión en el papel y de determinadas formas de lectura. Ante ese panorama tan apocalíptico, yo, que he estudiado la evolución de los formatos de los libros desde la antigüedad hasta aquí, sentía un impulso de rebeldía. Empecé a escribir un libro cargado de esperanza, para decir que las pantallas han llegado para quedarse y tienen ventajas, pero que no van a expulsar de nuestras vidas a los viejos libros. Quise contar la aventura de treinta siglos de historia. Gracias a los libros han llegado hasta nosotros las mejores ideas de la humanidad.

Pero ahora existen dos formatos distintos de libros que parecen incompatibles.

No es la primera vez que han convivido varios formatos de libros. De hecho, en la antigüedad convivieron durante bastantes siglos el libro de página, que llamamos códice, con su antecesor, que era el rollo. Y lo que pasa en esas épocas, cuando conviven varios formatos, es que se especializan cada uno de ellos en aquellos usos para los que son más aptos y para los que ofrecen más ventajas. Mi obra es una llamada a no matar a los libros tan rápidamente y ser conscientes de que han sido los protagonistas de una gran aventura épica.

Es un ensayo un tanto atípico...

Sí. Éste es un libro muy narrativo, también tiene fragmentos poéticos y sentido del humor, ingredientes que no son habituales en el ensayo académico. Pero, a pesar de eso, yo pensaba que sería un libro minoritario, y aquí estamos, con nueve ediciones ya desde octubre...