En medio del ambiente enrarecido por ser el primer lunes de la cuarentena, a Miguel se le ocurrió subir un vídeo breve a sus redes ironizando sobre los patrones que empezaban a emerger de la rutina confinada, como las videollamadas, la obsesión por la limpieza, el aburrimiento... con la idea de levantar el ánimo a sus familiares y amigos. Unos cuarenta clips después, cuenta con más 61.000 seguidores en @Tunomandas y algunas de sus historias han superado el medio millón de reproducciones. Ahora trabaja en un monólogo para llevar a su personaje a los escenarios.

Miguel Ángel Martín (Málaga, 1977) es actor desde hace 23 años. Inició su formación artística en la Escuela de Arte Dramático de la capital aunque se lanzó a las tablas mucho antes. Como tantos, este malagueño emigró a la capital madrileña en busca de un futuro que finalmente encontraría en su ciudad natal, «rescatado» por la compañía Acuario Teatro, en la que pasó 15 años. Además, ha trabajado con otras firmas malagueñas como Pata Teatro, Surterráneo Teatro o Stroke 114. Se considera, no sin orgullo, un titiritero, exactamente como hace su madre cuando habla del tercero de sus hijos, desde siempre. «Me parece espectacular». Durante la cuarentena inició, casi sin darse cuenta, el «Diario del Confinamiento», una serie de vídeos de apenas dos minutos donde, armado con una taza ya icónica, consiguió encontrar la parte divertida a un duro período de confinamiento. Ahora, convertido en un fenómeno viral, planea llevar «al señor del pijama» a los escenarios próximamente, esta vez sin café, quizás con un té frío.

¿Cómo ha ido la cuarentena?

La pasé acompañado porque vivo con mi pareja y me pilló con él aquí en casa. Afortunadamente muy bien, porque los nuestros han estado bien. Aparte, como a mí me ha pasado esto, nos trastocó la cuarentena a los dos; no he parado de hacer vídeos, de hacer entrevistas... muy peculiar, me han pasado tantas cosas bonitas...

¿Ha sido más fácil la cuarentena que este preludio de nueva normalidad?

A mí me ha sorprendido. Me parece que el ser humano tiene más capacidad de reinvención de la que nosotros mismos pensamos. Yo pensaba que encerrarnos iba a ser una cosa complicadísima y que nos íbamos a volver todos locos y en realidad lo hemos llevado mejor de lo que yo pensaba. Hay cosas difíciles, claro que sí, cómo vas a ver a tus familiares y no les vas a dar un abrazo o vas a mantener la distancia de seguridad, pero lo vamos haciendo porque sabemos que es lo mejor.

Se define como un titiritero, en alusión al tweet de Vox al principio de la cuarentena. ¿hasta qué punto nos ha sostenido la cultura estos meses?

Lo de titiritero a mí me hacía mucha gracia, no solo por eso, que también, es que mi madre siempre me ha definido como titiritero cuando alguien le pregunta, aunque ella dice «tirititero». Parece algo peyorativo pero a mí me parece espectacular y maravilloso. Me define muchísimo. A todos nos ha entretenido una serie, una película, un directo con nuestros artistas favoritos, unos vídeos... la cultura nos ha salvado a todos de caer en un pozo, me parece que la gente está muy concienciada de ello,lo valoran muchísimo. Solo espero que cuando nos podamos levantar, que ahora estamos como con una muleta, se siga valorando así y que eso se nos devuelva de alguna manera, que la gente vuelva a las salas de concierto, a los cines, a los teatros...

El «Diario del Confinamiento», ¿cómo decidió empezar?

Si te soy sincero es algo completamente casual, yo no decidido ni siquiera hacer un diario, yo hago un vídeo para Facebook. Normalmente en las redes sociales suelo ser un poco irónico, comediante, y darle un poquito la vuelta a la realidad para despertar alguna sonrisa. La cosa estaba muy rara, era el primer fin de semana que habíamos estado confinados y decido reírme un poco de la situación para aliviarlo. Y se me va de las manos. Yo tenía lo típico, familiares y amigos que te siguen, y ya ese vídeo se me hace viral. Por la tarde, me retuitea Pérez Reverte. A él le hacía gracia como la picaresca española para sacar punta o hacer gracia de cualquier situación por dura que sea. Entonces ya ahí me planteo que esto puede hacer un bien, porque si hay gente que se divierte con estos vídeos, pues a lo mejor tengo que hacer más para amenizar un poco la cuarentena, entretenernos, echar unas risas y olvidarnos, aunque sea durante dos minutos que dura el video, de la realidad tan triste. Y ya a partir de ahí sí que decido hacer el diario pero no sabía si iba a durar dos vídeos, tres, cuatro... no tenía ni idea de si iba a perder la gracia, y al final llevo cuarentaipico.

Hubo un vídeo de punto y final, pero sigue subiendo...

Decía en ese vídeo que era un punto y seguido y me parece que era bonito cerrar y empezar como otra nueva vida... Ahora tengo 61.000 seguidores en cada red social y la gente quiere saber más sobre ese personaje, sobre ese tipo, con lo cual yo dije que de vez en cuando iba a contar un poco la realidad desde ese punto de vista. Terminó el diario pero no desaparece el personaje, y sigue contando un poco su realidad, lo que pasa que ya no se centra tanto en el confinamiento sino en las vivencias y en la vida cotidiana. Me gustó mucho poner ese punto y seguido al diario porque formaba parte también como de una nueva visión, había que adaptarse a una nueva normalidad, algo que me esperanzaba también.

En Twitter, alguno de sus vídeos ha superado el medio millón de visualizaciones. ¿Cómo vivió este éxito?

A mí me sigue sorprendiendo muchísimo. Cuando cuelgo un vídeo yo siempre pienso que lo van a ver tres personas. No estoy tan pendiente de las visualizaciones, los seguidores o los retuits. Yo lo cuelgo y con que haya alguien que se ría y pase mejor el confinamiento, yo me doy por satisfecho. Y el día que no se ría nadie, pues no pasa nada, lavo la taza y la vuelvo a guardar en el mueble. Es cierto que yo empecé con 1.400 seguidores y voy por 61.000 y eso da un poco de vértigo, porque ahora tengo que ser más consciente de lo que hablo, de lo que publico, de lo que digo... hay mucha más gente pendiente de ti, tienes que tomar más conciencia de lo que vas diciendo. Pero no estoy tan obsesionado con eso, porque me desestabilizaría de alguna manera, me volvería un poco loco. Yo lo hago con todo mi corazón, con todo mi buen amor y con todo lo que yo pueda aportar en mitad de toda esta locura.

No era fácil pero ha conseguido encontrar la parte amena, que al final será lo que contaremos como anécdotas. Su público, ¿qué le decía?

Somos así. Cuando pasa algo malo, con el tiempo lo que recuerdas es la parte positiva. Nos vamos a quedar con lo bueno porque el ser humano es así de inteligente, lo malo lo metemos en otro archivo, simplemente por sobrevivir. La gente ha visto en esa persona como una prolongación de ellos mismos; cuenta cosas tan cotidianas que si no te ha pasado a ti, le ha pasado a alguien de tu entorno. Todo el mundo se sentía un poco identificado con lo que pensaba o con lo que vivía ese «señor del pijama», ese es uno de los secretos del diario. Cuando encuentras a alguien que está pasando por lo mismo que tú, empatizas.

¿Le ha valido la experiencia personal en su día a día?

Sí, aunque es cierto que los vídeos no son guionizados, o sea, yo me siento delante de la taza y delante del móvil y lo suelto tal cual, es verdad que a partir del segundo o tercer vídeo, iba con una libretilla de notas. Siempre la tenía cerca y cuando veía algo que le podía sacar un poco de punta, me lo apuntaba, una frase, una palabra...

Dice en un vídeo que «no hemos perdido el tiempo, hemos ganado salud».

Había algunas voces por ahí o algunos actos de rebeldía, que también los entiendo, no todos tenemos que ser borregos y estar todos a una y cada uno puede tener su pensamiento, pero me parece que era lo que había que hacer. Y mucha gente decía «es que nos han robado la primavera o hemos perdido dos meses», pero no, en realidad nos hemos alargado la vida porque lo mejor de todo esto es contarlo. Desafortunadamente hay mucha gente que no puede. Entonces que podamos decir que estuvimos confinados es buena señal porque lo estamos recordando y estamos vivos.

¿Vamos a salir cambiados o saldremos siendo exactamente igual que antes?

El ser humano es el único animal que tropieza varias veces sobre la misma piedra y yo creo que vamos a tropezar una y otra vez pero me gusta pensar que hay algo interno que sí ha cambiado y es la vuelta a lo esencial. Vivíamos con mucha parafernalia, con muchas capas, muy en lo superficial y nos hemos dado cuenta de que somos felices con menos, somos felices con nuestra gente, con un abrazo, con un beso, con una simple cerveza acompañados... Eso sí que ha vuelto para quedarse. Hemos estado aislados pero más unidos que nunca, yo he notado esa unión, esa fortaleza de todos.

Lo que más quería era abrazar a mis padres y subirme a un escenario"

De la nueva normalidad, Miguel Ángel Martín espera que sea «lo más parecida posible» a la normalidad a secas, que no estaba «tan, tan mal», eso sí, con la mochila llena de un aprendizaje que espera que no nos descolguemos de los hombros cuando el ruido de la pandemia se desvanezca. Con o sin mascarilla, este actor malagueño no se aguanta ya sin subirse de nuevo a las tablas.

¿Dónde te veremos en el futuro?

Lo primero es retomar un espectáculo con la compañía de LaPili, un homenaje a Fellini, que es su centenario y no queremos que se escape el año sin rendirle el homenaje que merece. Lo habíamos estrenado el 6 de marzo y evidentemente se paralizó. Hay algunas fechas, estamos buscando espacios donde se pueda hacer con total seguridad. Y después, todo el mundo quiere ver el diario de este señor en vivo, también por eso cerré y me dosifiqué un poco en el tiempo, porque estoy trabajando en el guion del monólogo para llevarlo a espacios que me han pedido verlo en vivo. Me tendré que buscar un pijamita de verano y tomarme un té frío en lugar de café. Ya hay algún bolo por ahí, pero todavía no hay fechas concretas. Yo lo que más tenía ganas era abrazar a mis padres y, lo siguiente, subirme a un escenario, es lo que más echo de menos, cuando lo haga se me van a caer dos lagrimones. Lo estoy deseando.