Hablaba con la madre de un niño autista, cuando ésta le dijo: «Qué pena, con lo que le encanta bailar». Dicha frase ocupó la cabeza de Lidia Atencia Doña hasta que una bombilla se encendió. Decidió hacer algo. Fue hasta el Centro Pinares de Málaga, una residencia de personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA), y propuso iniciar un proyecto. Creyeron en ella y le dieron luz verde. Cuando Lidia entró por primera vez en aquella sala con ocho adultos diagnosticados con autismo severo aún no sabía lo que estaba por venir.

Lidia Atencia es ahora profesora del Cuerpo de Catedráticos de Música y Artes Escénicas de la Junta de Andalucía en el Conservatorio Superior de Danza de Málaga Ángel Pericet, centro en el que también fue alumna. Empezó en 2008 una investigación sobre cómo tratar el autismo desde las artes; en concreto, desde la música y la danza. «Me siento muy orgullosa de haber dado ese paso», recuerda hora.

Durante seis años intermitentes y por periodos de unos seis meses, la catedrática desarrolló en el Centro Pinares sesiones en las que realizaba distintas actividades con un grupo reducido. Su objetivo era emplear la música y la danza como herramienta terapéutica «para aportar un granito de arena en la calidad de vida de estas personas y ayudar en su bienestar». Esta técnica ya era utilizada, pero especialmente con los más pequeños, por lo que Atencia se decantó por los adultos.

La arteterapia con música y danza logró que algunos islotes de competencia presentados por las personas con TEA se desarrollasen, especialmente la interacción social, la emoción, las funciones del instinto, la imitación, y la variabilidad comportamental.

Mientras enseña fragmentos de las sesiones, Lidia Atencia comenta emocionada: «Es una de las experiencias más bonitas de mi vida, y lo digo de forma egoísta, porque ellos me aportan más que yo a ellos».

Al empezar su investigación, Atencia Doña dio con un vacío bibliográfico y, aun así, decidió seguir adelante. «Tuve que ponerme en contacto con Catherine Barthélemy, una de las pioneras a nivel mundial en el campo del autismo. Ella es la creadora de la escala del comportamiento autista (ECA-R), la herramienta base sobre la que yo he trabajado para hacer el estudio a nivel cuantitativo y cualitativo», explica.

Así, Barthélemy le mandaba información desde Francia, mientras Atencia se empeñaba en desgranar esta herramienta. Tras un arduo trabajo, el esfuerzo dio sus frutos, y la profesora incluso se ha consagrado como pionera en España en el estudio y en el empleo de la música y la danza como terapia para personas con autismo severo. Su trabajo ha tenido una gran repercusión, e incluso ha captado el interés de editoriales de gran prestigio como Elsevier y Routledge.

Ahora, a modo de segunda fase, Lidia inicia una nueva investigación para identificar el resultado de las prácticas desarrolladas en el Centro Pinares: «Estamos recabando toda la información posible para averiguar las connotaciones que ha tenido nuestro tratamiento».

Atencia Doña defiende que la arteterapia no es una necesidad, sino un derecho. Uno de sus grandes deseos es la integración del arte en el sistema educativo, lo que sería una puerta abierta para emplearlo como terapia para todos los colectivos: «Puede parecer una utopía, pero en la esperanza siempre hay posibilidad», concluye con una ilusión que hace brillar sus ojos.