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Nuevo jondo

Manuel Liñán celebra el flamenco travestido en '¡Viva!'

«De pequeño me encerraba en mi cuarto y me vestía con la falda verde de mi madre. Me adornaba el pelo con flores, me maquillaba y bailaba a escondidas. Ese baile era impensable fuera de esas cuatro paredes» - De esta memoria íntima de la infancia nace ¡Viva!, el nuevo espectáculo del revolucionario del baile flamenco, que llegará al Festival Internacional de Danza del Teatro Cervantes el próximo 21 de octubre

Manuel Liñán celebra el flamenco travestido en '¡Viva!'MARCOSGPUNTO

Cuando era pequeño a Manuel Liñán (Granada, 1980), Premio Nacional de Danza 2017, le gustaba encerrarse en una habitación para disfrazarse de mujer y bailar como sentía por dentro, moviendo las manos y la falda, algo prohibido para los hombres. Treinta años después, ha triunfado con ¡Viva!, un espectáculo valiente y honesto protagonizado por seis hombres travestidos de bailaoras. Se estrenará el próximo 21 de octubre en el Teatro Cervantes, dentro de la nueva edición del Festival Internacional de Danza (que comienza hoy con el estreno de la nueva función del malagueño Fernando Hurtado, El arte de perder cada día, en el Teatro Echegaray).

El tabú que de niño le impedía mostrarse como era salta por los aires en este canto a la libertad y a la diversidad que del 30 de abril al 2 de mayo recala en el Mercat de les Flors. Liñán reinvindica su compromiso con el baile entendido como un canal para expresar lo que uno siente más allá de su sexo biológico. «Siempre sentí atracción por el baile femenino», admite el bailaor, director y coreógrafo.

En Nómada ya demostró su poderío con la bata de cola. En ¡Viva!, Premio Festival de Jerez 2016 y Premio Max del público 2020, ofrece cuadros muy diversos interpretados junto a Manuel Betanzos, Jonatan Miró, Hugo López, Miguel Heredia, Víctor Martín y Daniel Ramos, bailaores travestidos que comparten con él en escena aquel placer prohibido que sentía de pequeño disfrazándose con la ropa de su madre.

Hecho íntimo

«Empecé a conocerme más bailando en un cuartito de mi casa», recuerda Liñán. «Pero aquel hecho tan íntimo debería haber sido público», afirma con ganas de normalizar y visibilizar la danza más allá de cualquier patrón de género. «No creo que sea justo no dejar bailar a los chicos con bata de cola en las clases de flamenco si eso es lo que quieren. Independientemente del género, cada persona tiene derecho a bailar como quiera y a aprender con la opción con la que se identifica. Algunas escuelas sí dejan hacerlo ya, las cosas están cambiando».

«Cada persona ha de bailar como quiera, independientemente del género», afirma el aplaudido bailaor, coreógrafo y director granadino, uno de los grandes renovadores jondos

El debate hoy está más abierto en cuanto a la homosexualidad y la transexualidad, pero queda mucho camino por recorrer. «Aunque hemos evolucionado, se sigue señalando el travestismo. El público y la crítica lo acepta, cierto, pero en las redes sociales seguimos sufriendo insultos homófobos y eso que hablamos solo de un travestismo estético porque el aspecto sexual es algo íntimo. En mis espectáculos nunca hablo de con quien me acuesto».

Contra toda ese muro de incomprensión Liñán responde como mejor sabe: bailando. «¡Viva! es un grito de guerra, una celebración, una reafirmación. Es como decir: Aquí estamos y venimos fuertes. ¡Viva el travestismo como opción estética!». Entre sus maestros destaca a Rafaela Carrasco. Con ella pudo acostumbrarse a manejar todos los complementos femeninos, más allá de lo que había aprendido por su cuenta.

Sin miedo

De montar sus propias coreografías en casa ha pasado a triunfar con un estilo propio. ¡Viva! lleva un considerable recorrido. «Intuyo que el espectáculo ayudará a que otros artistas cuenten sus inquietudes respecto al género sin miedo. Pero me gustaría que llegara el día donde en lugar de decir que nos travestimos podamos decir: vamos a vestirnos. Porque travestirse implica apropiarse de cosas relacionadas con el otro género».

Lamenta que el espectáculo no pueda verse en determinados países. «Me entristece un montón que las cuestiones de género no puedan ni debatirse en ciertos lugares. Hay estados donde la homosexualidad se castiga con la pena de muerte,« recuerda. Y suspira cuando piensa en todos los bolos que su compañía perdió a causa de la pandemia. «¡Teníamos previstas actuaciones en Miami, Nueva York y Japón!».

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