Entrevista | Sr Chinarro (Antonio Luque) Músico

«No tiene sentido creerse Góngora en el siglo XXI. Si acaso, Quevedo»

'Reality show' es el último disco del sevillano afincado en Málaga Antonio Luque, uno de los músicos más influyentes y respetados de la escena indie nacional. Sin embargo, él sigue haciendo la guerra por su cuenta cuando celebra treinta años sobre los escenarios

Una imagen promocional reciente de Antonio Luque

Una imagen promocional reciente de Antonio Luque / DAVID MOLINA

Ángel H. Sopena

Sin el Sr. Chinarro (Antonio Luque), la escena independiente española estaría manca, o tuerta, y habría sido mucho más previsible, mimética y aburrida. Cada una de sus etapas es única y especial. En su discografía destacan álbumes como El fuego amigo, El mundo según, Ronroneando y Presidente, todos éxitos de crítica, o discos del año, de la década... Tras sumar treinta años de carrera, este «sevillano militante en Málaga» ha publicado Reality show (2022).

¿Reality show es una radiografía de la sociedad actual?

Mi perspicacia no llega al nivel de los rayos X, pero puedo ver lo que pasa y contarlo a mi manera. Tampoco es mi trabajo hacer de cronista o sociólogo, pero tengo la sensación de que el mundo cambió más rápidamente justo cuando parecía parado, en la pandemia.

El disco suena muy actual. ¿Era esto algo prioritario?

Lo único que noto distinto a los anteriores es la falta de figuras poéticas. Y musicalmente es más enérgico. Ambas cosas están relacionadas. Malos tiempos para la lírica: había que sacar fuerzas de donde las hubiera.

¿Cómo resumiría Reality show?

Basta escucharlo: es poco más de media hora, ya está bastante reducido. Si alguien quiere puede escucharlo a doble velocidad (por lo visto a las nuevas generaciones les parece guay esto...). No, en serio, no sé, me parece que el capitalismo y sus pantallas nos han terminado de conquistar ya del todo.

¿Cree en la superación personal, o más en el sexo y la muerte, como decía Woody Allen en La última noche de Boris Grushenko?

Igual es por el horóscopo, pero para mí todo es sexo y muerte, sí. Como canté en Escorpio, creo que los verdaderos seres vivos son nuestros genes, que nos usan para eternizarse: somos solo contenedores de ADN, un retorcido compuesto químico autoreplicante, como los virus.

Dice que Sexo, sol y mar no aspira a canción del verano, pero a mí me recuerda el título a Sole, pizza, amore, de las Hermanas Benítez (aunque tal vez tenga más que ver con Serge Gainsbourg...).

Aunque me gusta mucho Gainsbourg, no conocía esa canción. El eslogan de Sex, sea and sun siempre se ha usado mucho entre los ingleses que vienen de vacaciones a España. Málaga ha vivido siempre de eso, y me pareció irónico que yo mismo, sevillano militante en Málaga, lo usara como narrador para incitar a otra persona a visitarme.

¿Es la telebasura un tipo de pornografía? ¿Le parecen pornográficos algunos telediarios?

La tele da asco desde siempre. Prefiero el porno puro y duro, aunque tampoco sea usuario habitual. Internet is for porn, eso sí que está claro. Lo es desde que empezó, con los Party Lines, que ya nadie recordará, y finalmente todas las apps son Chat Roulettes encubiertas. Hay que andarse con ojo.

El amor existe, repite en Cobarde. ¿Qué se pierde por cobardía?

Todo. Lo mismo que por valentía. Pero es más divertido ser valiente.

Creo que lleva un tiempo empeñado en hacer letras más entendibles y directas. ¿Le ha costado tomar esa decisión?

Uno se da cuenta de que si te pasas de estupendo no te sigue nadie. Pasa igual en una conversación. Si hablas es para que te escuchen. Cuesta mucho que te ignoren, afecta a la autoestima. Por supuesto, en un disco con cierta pretensión artística puede uno elaborar algo más el discurso, pero tampoco tiene sentido creerse Góngora en el siglo XXI. En todo caso, era más gracioso Quevedo.

En Falsos autónomos habla de la precariedad de un músico. ¿Cuál es la situación, el diagnóstico?

Recuerdo cuando empezó aquello de las descargas de discos y las ventas se desplomaron, que la gente se reía y decía que tendríamos que buscar otros modelos de negocio. No es que me ría yo ahora como escorpio vengativo que soy, pero finalmente el capitalismo ha encontrado un modo de piratear casi todos los trabajos. También me parece divertida la relación entre la promoción musical y el porno: no veo el momento de enseñar el culo para vender discos yo también.

¿El público de Sr. Chinarro se va renovando con el paso del tiempo?

No tanto como me gustaría, pero las escuchas en las plataformas siguen subiendo. Afortunadamente, ir a conciertos ya no es una experiencia solo para jovencitos.

¿Ha tenido que hacer alguna concesión para vivir de la música? Mantenerse al margen de las modas puede ser oneroso, ¿no?

Más difícil es ir siguiendo todas las modas, no te da tiempo. Cuando hayas preparado el repertorio de moda, la moda ya habrá pasado. Yo hago lo que puedo, ¿sabes? Si me salen letras más raras para el siguiente disco, se quedarán así. Afortunadamente, no le debo nada a nadie.

¿Sientes nostalgia del pasado musical, o cierta melancolía?

Para nada. Siguen saliendo grupos estupendos de gente muy joven. En España no: aquí seguimos en Los Nikis y en Parálisis permanente; dos grupos que me gustaban, pero no me gusta que nos hayamos acostumbrado a la simpleza por la falta de formación musical. Siento nostalgia de no ser sueco o argentino, de países donde la música se estudia o se respeta. No siento nostalgia de mi juventud. Soy más feliz ahora.

¿Siguen siendo sus letras mayoritariamente autobiográficas?

Es difícil ponerse en la piel de otros. Uno puede imaginar, pero siempre es uno el que imagina, no el otro.

Es evidente que la industria musical (y todo la que la rodea) ha cambiado muchísimo. ¿Cree que, para el artista, era más beneficiosa aquella escena de los noventa?

No para mí. En los noventa yo estaba en un sello que ni respetaba ni se hacía respetar, ni yo me hacía respetar. Afortunadamente, después, con Mushroom Pillow, pude pillar algunos años buenos. Ahora solo falta que las liquidaciones de derechos sean inteligibles, y que los músicos nos unamos para reclamar mejores porcentajes. Pero es imposible: los músicos solo hablan de guitarras.

¿Cuándo empezaron a cambiar las cosas?¿Son los gustos de la gente el problema?

A mí me parece bien que a la gente le guste el reguetón y el trap. Estoy seguro de que hay cosas interesantes en ambos subgéneros. Y de que hay mucha gente que disfruta con algo de reguetón de vez en cuando, pero también con artistas que puedo disfrutar yo. El problema está en los medios de comunicación, que están interesados en que la gente maneje mensajes cada vez más sencillos: así nunca alcanzarán a comprender sus planes a gran escala que consisten en dominarlos aún más.

¿Cómo se mantiene la ilusión después de más de tres décadas haciendo música? ¿Ha pensado alguna vez en dejarlo?

Nunca he tenido gran ilusión por nada. Me gusta hacer canciones y las hago, no hay más. Lo dejo cada día; no estoy tocando la guitarra todo el rato. Quizá debería, pero me gusta que la armonía siga siendo un poco un misterio para mí. Si hay alguien en Málaga que dé clases de armonía en la guitarra (no solo de flamenquito, aunque también me vale), que me dé un toque en redes. ¡Gracias!

¿Cómo ve un veterano como usted la actual escena musical indie?

Varios grupos de generaciones siguientes triunfaron a lo grande, y yo me alegro de verdad por ellos. Algunos me gustan más que otros, pero todos tocan bastante bien y se lo merecen. No me tocó a mí porque no encontré el modo de hacerme promoción. Seguramente fallé en varios momentos importantes (no he sido simpático con las cerveceras, pero, qué sé yo). Podría haber sido peor.

¿Cree que se le nota cabreado en el nuevo disco? ¿Ganará el bando bueno?

No estoy cabreado. Solo aviso. No, siempre ganan los malos. El mundo no es Hollywood.

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