Picasso en danza

La Filarmónica de Málaga y dentro de la programación de su actual temporada de conciertos dedica varios programas de los actuales ciclos a la figura del malagueño universal Pablo Ruiz Picasso con motivo del cincuentenario de su desaparición. A nadie se le escapa la dimensión, alcance y trascendencia del artista que revolucionó el arte de la centuria pasada adentrándose en multitud facetas artísticas que van desde el grabado al dibujo, de la pintura a la cerámica o la escultura que hablan de una personalidad artística poliédrica de extensos horizontes e inquietudes como prueba las colaboraciones en el ámbito escénico como el ballet protagonista del último programa de abono de la OFM.

Dos nombres fundamentales del repertorio del siglo veinte, Igor Stravinski y Manuel de Falla fueron los protagonistas del undécimo abono de la Filarmónica con su actual director titular José María Moreno en el podio. En su propuesta musicológica el maestro Moreno proponía a los aficionados dos concepciones contrapuestas y a la vez necesarias para entender en el contexto de las vanguardias los caminos sobre los que se desarrollará la gran música a lo largo del siglo veinte. Además y profundizando en la figura del genio malagueño tanto en el Pulcinella de Stravinski como en El sombrero de tres picos se descubre otra faceta artística picassiana como es la realización de vestuarios, escenografías y figurines para ambos ballet.

Si el estreno de La Consagración de la Primavera (1913) supuso para Stravinski una ruptura total de lo conocido hasta el momento como ballet, al acercarnos a su Pulcinella descubrimos una nueva dimensión artística que encuentra en el barroco una nueva forma de expresión y lenguaje como dejó patente el maestro J. M. Moreno al singularizar en el escenario la división concertino y ripieno y alejándose de la habitual suite de concierto que domina las programaciones para apostar por la interpretación del ballet incluidos el trío solista - encabezado Belén Roig, Enrique Parra y Alfonso Mújica- que atesora la versión original. Dinámicas firmes, acentuadas y coloristas definieron la versión leída por el maestro y los profesores destacando especialmente el trabajo de cuerdas y unos vientos especialmente iluminados.

Del apartado solista destacar la voz generosa en emisión y gusto musical del barítono Alfonso Mújica así como el interesantísimo papel desplegado por la mezzosoprano asturiana Serena Pérez en la suite de El sombrero de tres picos. Si en Stravinski el hecho musical se descubre en la evocación y formas anteriores, en el caso de Manuel de Falla su interés aflora gracias al tamiz de los esquemas del inmenso folklore español a través de las influencias de las que se hace eco la composición del París de los años veinte.

Versión la de El sombrero de tres picos que incidió en el color orquestal el sentido circular de la partitura, caudal temático o la gran variedad de formas de las que tanto Falla como Stravinski se hacen eco en sus respectivos catálogos. Abono que en la conclusión del mismo dejó en el auditorio un regusto a trabajo pensado y bien facturado.