Obituario

María Teresa Campos: la mujer que se atrevió a vivir como un torrente

A los 4 años la metralla de una bomba de la Guerra Civil explotada sin querer por unos niños casi la mata

La vida, sus tragedias y sus éxitos, siguió dejando muchas más marcas y cicatrices en una malagueña que no fue abanderada de nada pero acabó siendo pionera de mucho a lo largo y ancho de una biografía determinada por ella misma

De niña extremadamente reservada e hiperprotegida a reina indiscutible de las mañanas televisivas, María Teresa Campos ha marcado indeleblemente la comunicación española del siglo XX

Muere María Teresa Campos

María Teresa Campos, en sus años de esplendor

María Teresa Campos, en sus años de esplendor / La Opinión

Víctor A. Gómez

Víctor A. Gómez

Torrencial, trabajólica, controvertida, magnética. María Teresa Campos (Tetuán, 1941-Madrid, 2023) ha sido, quizás, la personalidad más adictiva y fascinante que ha dado la historia de la televisión de nuestro país. Una comunicadora brutal que supo combinar registros vitales y profesionales para llegar a lo más alto en su profesión y sentirse satisfecha como mujer a la que le habían estado vedadas muchas cosas. Recordemos los episodios y aristas que forjaron a la periodista malagueña. 

«La niña de la bomba»

Cuando María Teresa Campos tenía 4 años, unos niños hicieron explotar, sin querer, una bomba de la Guerra Civil y la metralla casi la mata. Salió en todos los periódicos como «la niña de la bomba» y conservó cicatrices en brazos y piernas toda su vida. La vida empezaba con jaleo para una mujer que nunca rehuiría ninguno. Y ya en los 'papeles', claro.

Siempre la radio

Dicen que María Teresa era una niña extremadamente tímida y reservada, hiperprotegida por su madre, Concepción Luque. Se crió en un hogar sin estrecheces pero tampoco lujos, tradicional y católico, gobernado por Tomás Campos, el padre, que regentaba un laboratorio farmacéutico.   

A los 15 años, engañada por su hermano Paco, Mari Tere terminó haciendo una prueba de voz en Radio Juventud de Málaga. Fue seleccionada. Allí terminó haciendo casi de todo: cuñas publicitarias, gags radiofónicos con su inseparable Diego Gómez, programas musicales y magacines, creó formatos como 'Apueste por una'... «La radio lo fue todo para mí», aseguraba siempre la comunicadora. Allí, frente al micrófono, empezó a cultivar su gran pasión, que desempeñó con destreza y habilidad: acompañar a quien la oía, hacerse sentir muy cercana.

También en la radio conoció a José María Borrego, con quien se casó a los sólo 23 años (él, casi 30). Veinteañera, trabajaba, llevaba para adelante su casa y familia y cursaba Filosofía y Letras en la Universidad de Málaga. «Podía estar muy atareada y llevar varias cosas a la vez, pero a mis hijas no las ha bañado nadie más que yo», proclamaba.

Una joven Mari Tere Campos, con Pepa Flores y Raphael

Una joven Mari Tere Campos, con Pepa Flores y Raphael / La Opinión

A por bragas el 23F

María Teresa Campos solía definirse como una persona de «centro-izquierda cuando durante muchos años eso suponía ser, en la práctica, roja». El día del intento de golpe de Estado de Tejero, el 23F, la malagueña estaba, cómo no, en la radio. Vino a recogerla la diputada del PSOE Chiqui Gutiérrez del Álamo, asustada. María Teresa era una persona que se había significado políticamente y que trabajaba, precisamente, al lado de un cuartel de la Policía Nacional, donde algunos agentes no le tenían demasiada simpatía. «A ésa tenemos que darle un escarmiento», cuentan que algunos agentes dijeron refiriéndose a la periodista. ¿Qué hizo María Teresa Campos en aquel momento, quizás el de mayor peligro para nuestra democracia? «Fui a casa a por bragas. Que por lo menos me pudiera cambiar de bragas, porque no sabía cuánto iba a durar aquello y si nos iban a llevar a la cárcel», contó en sus memorias. 

Como Nora de «Casa de muñecas»

Juan Fernández Lozano, su jefe «de toda la vida», le propuso ser directora de informativos en Radiocadena. María Teresa tendría que viajar a Madrid, claro. No lo dudó. Su matrimonio con José María Borrego, con quien tuvo a sus dos hijas (Terelu y Carmen), era una ficción. Ella decía que vivían «como hermanos» en un matrimonio «a la antigua». «Aquí he de ser muy sincera. No me gusta el término, pero la verdad es que la oferta de trabajo fue, a la vez, la 'coartada' que me permitió cambiar mi vida personal y recuperar mi libertad», escribió la malagueña en sus memorias. 

En ellas cuenta también el momento en que su madre intentó disuadirla de aquella decisión: «¿Qué vas a hacer? Vas a romper tu matrimonio... Piénsalo bien, te puedes quedar sola. Puedes ser muy desdichada…, me dijo. Y le contesté: Durante casi 40 años he hecho siempre lo que decías que había que hacer. Ahora quiero equivocarme haciendo lo que yo creo que tengo que hacer. Y lo que me apetece». Y, como Campos recordaba, hizo lo que hizo Nora en 'Casa de Muñecas', de Ibsen: cerrar la puerta e irse. España, 1981. Imagínense los cuchicheos y las acusaciones cobardes que tuvo que soportar.

Terelu y Carmen, «las niñas», no fueron un problema: la madre jamás faltó un fin de semana en Málaga para verlas (y poco tiempo después marcharían a Madrid para vivir con la periodista). Lo que tocaba, se dijo María Teresa, era encargarse de sí misma. Y Madrid la ayudó: «Cuando vine fue como empezar a vivir, ¡me puse las botas! Me puse al corriente en cuanto a relaciones y empecé a vivir experiencias». Solía recordar, por ejemplo, cuando entrevistó a Joaquín Sabina en la radio mientras ambos compartían un porro.

La tragedia

«En el hogar fundado sobre préstamos y deudas se respira una atmósfera de esclavitud, un no sé qué de inquietante y fatídico que no puede presagiar sino males». Palabras de Torvaldo, el marido de Nora en 'Casa de muñecas'. Tres años después de marcharse a Madrid, María Teresa Campos enviudó: José María Borrego se había suicidado. «Creo que él era un enfermo y para mí es como si se hubiera muerto de un infarto. Yo había vivido a su lado esa amenaza constante... La amenaza que en un momento determinado pensé que no era justo que paralizara mi vida, que tenía derecho como cualquiera a rehacer mi historia personal después de no haber sido feliz en los 24 años que estuvimos juntos [...]. Si le llevaba la contraria en algo, iba al armario donde tenía la pistola, la cogía y decía algo que todavía hoy me estremece recordar: 'Yo lo que tengo que hacer es quitarme de en medio'», recordó en sus memorias. 

Apueste por María Teresa

Mientras, en lo profesional, se sucedían los éxitos y la popularidad terminó llegando. Lo hizo de la mano del entonces todopoderoso Jesús Hermida, quien apostó por una comunicadora esencialmente radiofónica como María Teresa como colaboradora para su exitoso programa televisivo 'Por la mañana'. En realidad, fue la malagueña la que, firme y decidida como siempre, hizo que Hermida apostara por ella: «En esa época andaba por los pasillos de Prado del Rey María Teresa, deseando tener una oportunidad en la tele cuando solicitó un encuentro con Jesús Hermida. La Campos no se anduvo por las ramas, quería formar parte de su equipo y qué mejor que trasladar su 'Apueste por una' al estudio en una versión más reducida, más vibrante y sin las llamadas de los oyentes. Hermida aceptó y el resto es historia», relata el blog 'Carta de ajuste'. Y así entró María Teresa Campos en las casas de muchos españolas y españolas: como una polemista inapelable, de verbo y convicciones contundentes. La malagueña tenía ya 45 años pero aquella, la de Hermida, estaba siendo la escuela que cursar para forjar su propia leyenda: «Pude dirigir un programa de televisión porque de él lo aprendí todo», aseguró.

'Día a día', uno de los grandes éxitos de la malagueña

'Día a día', uno de los grandes éxitos de la malagueña / La Opinión

Mujer pionera, mujer feminista

María Teresa Campos siempre destacó en un mundo, el del periodismo, entonces exclusivamente masculino. «Yo entré en la radio con 15 años y me parecería una falsedad decir que yo he sido discriminada en la radio. Pero seguramente fue porque tenía un director que siempre fue un hombre muy progresista y que me reconocía muchas cosas. Mis compañeros también me tenían gran reconocimiento, seguramente porque también es muy importante en la vida dedicarte a algo que es para lo que sirves y no a otra cosa. Yo fui afortunada. He hecho para lo que he servido, otra cosa no», comentó hace unos años a la revista 'Look'. Eso sí, sufrió, como tantas, menosprecios («He trabajado con mucha gente que me ha ninguneado») y comportamientos deleznables («Había un compañero que se bajaba la cremallera cuando te quedabas a solas con él en el locutorio»).

Se consideraba feminista, detestaba que muchas dejaran de serlo cuando habían llegado a lo más alto en sus profesiones y también que se cuestionara la violencia de género (confesó que su propia madre la había sufrido). Nunca pudo, como decía, tirarse a las calles para participar en manifestaciones feministas («Tengo claustrofobia y ni puedo ver las masas»), pero pudo haber sido diputada. Hace no demasiados años se descubrió una lista electoral del partido Reforma Social Española, año 1977, en la que aparece una entonces desconocidísima María Teresa Campos y a la que un texto presenta así: «Su preocupación por los problemas femeninos se ha puesto de relieve en numerosas ocasiones, especialmente en el programa 'Mujer 77', en el que se han expuesto todos los temas y situaciones que nos muestran la discriminación y opresión de que la mujer es objeto en la sociedad actual». Años después, la comunicadora zanjó la historia: «En realidad, nunca me han gustado esos cargos, porque hay que tener reuniones con los hombres, y no se callan nunca».

La aportación de la Campos a la lucha de la mujer fue otra: «La televisión que he hecho. Cuando me pusieron por la mañana, en una franja horaria que veían más mujeres que hombres porque entonces había más mujeres amas de casa, siempre traté de procurar hacer cosas diferentes y hacer concursos de los que se aprendiera algo, que aportaran, no de puro azar». 

Hablar de política y del corazón

Por no hablar de una de sus grandes innovaciones, la tertulia política, hoy inexcusable en cualquier magacín pero entonces, en los primeros años 90, desaconsejada por todos los expertos en televisión. 

Cuando María Teresa fue fichada por Mikel Lejarza para incorporarse a Telecinco incluir una mesa de debate político fue una condición sine qua non para firmar su contrato. Tenía razón la malagueña, siempre empecinada: durante años fue el apartado más visto de 'Día a Día'. Y hoy su «Vaya terminando, amiga», frase con la que conminaba a la espectadora que había llamado por teléfono para exponer su opinión sobre cualquier asunto de actualidad, es totémica.

Por no hablar del corrillo, la mesa del corazón en la que participaron Jorge Javier Vázquez, Víctor Sandoval, Josemi Rodríguez Sieiro, Lara Dibildos o Rosa Villacastín, entre muchos personajes destacados del cuché; o secciones de gags teatralizados, de carácter costumbrista y, atención, guionizados en ocasiones por Elvira Lindo. 

Pequeñas revoluciones que triunfaron por el poder de convicción de una profesional del entretenimiento con olfato: «Yo siempre he conectado muy bien con la gente, porque he hecho una cosa cercana», solía comentar la malagueña. 

María Teresa Campos, posando en su piscina climatizada

María Teresa Campos, posando en su piscina climatizada / La Opinión

El oropel y la piscina climatizada

Lo tuvo todo entre mediados de los años 90 y primeros de los 2000. Todos la agasajaban (cuentan que para sus cumpleaños los trabajadores de su programa hasta organizaban colectas para regalarles muebles de anticuario, joyas de ámbar diseñadas por Felipe González), los directivos de Telecinco acudían a sus convocatorias, muchos políticos en activo y cantantes de primer orden internacional no se perdían las fiestas de la malagueña en su mansión de Molino de La Hoz, en Las Rozas... Símbolo de aquel éxito quizás fuera la piscina que tenía en esa casa, una piscina climatizada cuyo mantenimiento suponía unos 10.000 euros mensuales. 

El amor es un accidente

María Teresa Campos se pasó toda la vida buscando el amor. Lo encontró, el gran amor, de la manera más cotidiana, menos romántica: María Teresa y una compañera habían tenido una avería con su coche; un hombre pasó por allí y colaboró en pedir ayuda, esperando hasta que llegó la grúa. La periodista siempre confesó que ese gesto «tan poco común» la conquistó desde el principio. El hombre se llamaba Félix Arechabaleta y su relación duró 14 años. Un segundo padre para sus hijas, el hombre de su vida. 

Adicta a los zapatos de lujo

Los allegados a María Teresa Campos siempre fueron unánimes: la auténtica pasión de la comunicadora eran los zapatos. Tenía una colección de zapatos de lujo de aúpa, con marcas de precios prohibitivos como Prada, Lacroix y, sus favoritos, los Manolo Blahnik. En una ocasión, inmortalizada por el reality Las Campos, se gastó más de 3.000 euros en zapatos en una tienda en Nueva York, para ella y para sus hijas. Y llegó a lanzar una línea diseñada por ella misma, que no tuvo continuidad.

De armas tomar

Todos los que trabajaban y conocían a María Teresa Campos destacaban su carácter difícil, a veces complicado. No en vano, muchos la conocían como La Campos. Sí, como a las divas. Ella lo fue, con todo lo que comportaba la palabra.  

Entrevistarla, por ejemplo, no era fácil, precisamente por su tremenda franqueza y cierta virulencia con que se fajaba (si no le gustaba una pregunta no escondía el disgusto en la cortesía sino que lo expresaba directamente). En los tiempos de máxima rivalidad en audiencia con Ana Rosa Quintana nunca pronunciaba su nombre pero sí destacaba que sus datos de share eran peores. Tampoco se cortaba en absoluto al hablar de quienes habían pasado por su vida, aunque fuera de refilón, como el periodista deportivo José Antonio Pipi Estrada, expareja de Terelu Campos: «Pipi me costó dinero. Pagué 2,5 millones de pesetas (15.000 euros) por retirar unas fotos porque salía de una casa de putas e iba con una agarrada, como que se había echado una amiga allí». 

Para el recuerdo, aquella tremenda entrevista de Isabel Gemio. Ésta intentó tocarle la fibra sensible a la malagueña con varios temas. María Teresa no estaba para eso entonces: «No vengo a hacer terapia sino una entrevista». El remate vino después, con Gemio preguntó a la Campos: «¿Te imaginabas así con casi 80 años, María Teresa?». La respuesta de María Teresa: «Tú eres una cerda». Y eso no fue la broma pactada con Hermida, no. También llamó "tonto" a Jorge Javier Vázquez a pelo, en directo. A las claras, siempre.

Vestida como Audrey Hepburn en 'Desayuno con diamantes' para 'Las Campos'

Vestida como Audrey Hepburn en 'Desayuno con diamantes' para 'Las Campos' / Telecinco

Llegan las derrotas

Los guerreros no ganan todas las batallas. Tampoco María Teresa Campos. Tras casi 2.000 emisiones de 'Día a día', en julio de 2004 fichó por Antena 3 con un contrato galáctico, que le unía a la cadena hasta julio de 2007, a razón de 6 millones de euros por temporada. Se fue de Telecinco dando un portazo, con palabras destempladas para Paolo Vasile, entonces jefe de la cadena de Mediaset. Se prometía a sí misma que seguiría triunfando.

Campos levantó entonces 'Cada día', un remedo de 'Día a día', pero no pudo con el programa que su enemiga íntima Ana Rosa Quintana dirigía y presentaba en Telecinco. La reina de las mañanas ya era otra, sin discusión, lo decían los números, y tocaba agachar la cabeza.

En 2005, Antena 3 y la Campos partieron peras y la malagueña detuvo su carrera un tiempo, refugiándose esporádicamente en la radio. Tres años después, regresó a su casa, Telecinco, con varios programas, entre lo informativo ('La mirada crítica') y el reportaje ('El laberinto de la memoria'). Acarició de nuevo el éxito con '¡Qué tiempo tan feliz!', un magacín de la nostalgia que aguantó en parrilla hasta el 2017. Después, nada, varios intentos de reverdecer los laureles desde otros formatos, como el citado 'Las Campos', que, para muchos, sirvió más para depauperar su figura pública que otra cosa, o 'La Campos-móvil', un programa de entrevistas que sólo tuvo una emisión (Isabel Díaz Ayuso) por sus bajos datos de audiencia. Hasta abrió un canal de YouTube con entrevistas, su género favorito, a notables de este país. Nada funcionó. «El público siempre tiene la última palabra», solía decir la Campos. Esta vez fue un «no» definitivo. Y llegó el ostracismo.

Los últimos tiempos...

María Teresa Campos no ha disfrutado de un crepúsculo a la altura de su leyenda, ni mucho menos. Problemas económicos (que obligaron a que abandonara su mansión de Molino de la Hoz, en Las Rozas, por un piso, de 250 metros cuadros, sí, pero piso), el hecho de ser protagonista de las revistas del corazón (por su relación con el cómico Edmundo Bigote Arrocet, que no muchos entendieron) pero, sobre todo, la falta de una ocupación profesional para alguien que había desempeñado su profesión desde los 15 años lastraron sus últimos años de existencia. Hasta el punto de implorar casi en una de sus últimas apariciones públicas, en el programa 10 momentos, de Telemadrid, en 2021: «No sé por qué no hay sitio en ninguna televisión de este país para mí. Yo sé que soy mayor, pero necesito trabajar, no estar en casa sentada, que me está haciendo mucho daño».

La periodista, en una de sus últimas apariciones públicas

La periodista, en una de sus últimas apariciones públicas / La Opinión

...Y el lento ocaso

Meses después de aquella entrevista, la última, se impuso el tiempo: se empezaba a evidenciar el deterioro cognitivo de la presentadora y, al poco, ya no podía valerse por sí sola. 

En realidad, la salud ya empezó a dar sustos a María Teresa Campos en 2016: sufrió un desvanecimiento en plena emisión de '¡Qué tiempo tan feliz!'. Al parecer, el estrés se había cebado con ella: la presión mediática por su relación con Edmundo Arrocet, problemas económicos, trapos familiares en las revistas... Aquel episodio no fue la única alarma: en un plazo de doce meses, se le tuvo que extirpar la vesícula y sufrió una isquemia cerebral, un ictus. La vida le cobraba ya sus facturas a aquella mujer rocosa que parecía invencible.  

En 2022 nadie quiso pronunciar el nombre de la enfermedad pero eso no significó que desapareciera. Sus hijas, Terelu y Carmen, decidieron entonces que la prioridad era que viviera en la más absoluta tranquilidad, en casa, con una cuidadora las 24 horas del día y totalmente ajena al escrutinio público. Adiós a las visitas a la Semana Santa y la Feria de Málaga, dos de sus momentos preferidos del año. Dicen que sus hijas ahora, como su madre cuando fue niña, la estaban sobreprotegiendo. Pero es fácil imaginar a María Teresa Campos, siempre coqueta, dueña de su imagen y de sus modos, no querer que nadie fuera testigo de su ocaso.

Hace unos meses, Terelu confesó al público: «María Teresa sabe que yo presento 'Sálvame' pero apenas lo ve. Y cuando lo ve le hace ilusión. Me dice: 'Ay, mi hija, mira qué guapa'. Ya no me riñe, y lo echo de menos». Se estaba apagando la mujer que eligió vivir como un torrente. «Sé que todo no se puede tener en la vida, a lo mejor ya he tenido demasiado», admitió la Campos en su última entrevista. Pero seguro que nunca consideró que «demasiado» fuera demasiado. María Teresa Campos siempre quiso más y más que nadie.