Crítica

El hombre bueno existe, si tiene piscina

El director David Trueba (sentado) junto a los actores Vito Sanz (i), Macarena Sanz (c) y Jorge Sanz (d), posan en la sesión fotográfica de su largometraje 'El hombre bueno'.

El director David Trueba (sentado) junto a los actores Vito Sanz (i), Macarena Sanz (c) y Jorge Sanz (d), posan en la sesión fotográfica de su largometraje 'El hombre bueno'. / Daniel Pérez

EL HOMBRE BUENO

  • Dirección y guión: David Trueba
  • Reparto: Jorge Sanz, Macarena Sanz, Vito Sanz

Tres años después de su realización, David Trueba presenta El hombre bueno. ¿Por qué tanto tiempo? Quizás la respuesta se encuentre en la propia película. Dos actores, Jorge Sanz, Vito Sanz y la actriz Macarena Sanz (no son familiares) junto a la pequeña Manuela y a una casa de ensueño es todo lo que necesita David Trueba para contarnos en setenta y nueve minutos la incapacidad de una pareja de clase alta (aunque nunca se diga en la película) de poder acordar su separación.

Vera, Juan y su hija viajan a Mallorca para pasar unos días en una casa idílica frente al mar propiedad de Alonso, antiguo compañero de trabajo de Juan que tras perder a su pareja decidió retirarse del mundo. Han tomado la decisión de separarse y quieren que Alonso ejerza de hombre bueno, un mediador que les ayude en el proceso. Aislados en la casa frente al mar, llegará para todos ellos el momento de revelar los secretos y de enfrentarse con la idea del amor y de la pérdida. Este párrafo es la sinopsis que se nos ofrece en su material de prensa pero no crea que es del todo cierto y bien intencionado. ¿De qué va El hombre bueno? Es una oda de amor a la amistad que le escribe David Trueba a Jorge Sanz, su amigo. Y Sanz devuelve el honor ofreciéndonos un nuevo perfil; su personaje, Alfonso, un pintor de mareas que vive en una de esas casas que todos nos compraríamos si nos tocara la lotería vive en soledad. Allí el pobre se dedica a la vida contemplativa, alejado de todos los vicios, con compañía femenina esporádica y alejado de la presencia humana sin la más mínima pizca de mal humor. No olvidemos sus paseos en barco de vez en cuando para despejarse y olvidar que un día quiso pero todo se le fue arrebatado. Pobre Alfonso. David Trueba nos cuenta la historia de una ruptura, la del propio sentido común de sus protagonistas (gente de bien con problemas normales y corrientes) que cree encontrar en todo aquello que no pueden tener la solución a sus problemas. Qué originales estos yupis. Un viaje en barco, una piscina, la soledad, el sonido de la naturaleza... el lugar perfecto donde los ricos puedan solucionar sus problemas. El hombre bueno es la película menos empática y creíble de la filmografía de uno de nuestros genios.