Toda España esperaba el 16-J animada e ilusionada. Toda Málaga se vistió ayer de rojo para aplaudir a su selección, la que había levantado unas expectativas desmesuradas entre la afición. Pero el gozo cayó en un pozo de infinitas dimensiones. Ni los más pesimistas auguraban un comienzo tan descorazonar en la Copa del Mundo de Sudáfrica. Nadie en Málaga apostaba por una victoria de Suiza. Y por eso la decepción llegó de improvisto.

Lo que se presumía como la primera fiesta de otras muchas fue la gran decepción nacional. En Málaga, en la Costa del Sol, miles de malagueños abrieron el esperado día con banderas y camisetas de la Roja. La casaca malaguista queda estos días guardada a buen recaudo en el armario y ahora el rojo se ha convertido en el uniforme oficial.

No era de extrañar que ayer, por las calles más céntricas de la ciudad o de cualquier barrio de la capital, malagueños y malagueñas vistieran camisetas oficiales y no oficiales –las que más­– con los colores españoles. Y es que la ´españamanía´ hace furor.

Todo ello horas antes de comenzar el partido, ya que cuando a las 16.00 horas el colegiado británico dio el pitido inicial, Málaga fue un solar. Las calles estaban semi vacías, los comercios casi parados, las cafeterías y bares llenos a reventar y la afición, más triste que una Magdalena.

El fútbol tiene estos reveses. No basta con parecer ser el mejor, hay que demostrarlo. Y los malagueños lo sufrieron en carne propia. Aún así, el optimismo no ha decaído. En Málaga se tiene una fe ciega en esta selección y la derrota de ayer sólo ha servido para levantar aún más la expectación del encuentro que el próximo lunes, a las 20.30 horas, disputará la ´Roja´ ante Honduras. Pero para entonces, los malagueños volverán a estar preparados para la batalla por conquistar el Mundial.