Ejercicio de imaginación para el lector: En su coche, ajuste el aire acondicionado cada cuatro segundos; cambie la emisora de la radio una vez por minuto; accione el limpiaparabrisas de forma intermitente y trate de programar el DVD de los niños con sus dibujos preferidos. Y todo esto, sin superar los límites de velocidad ni pisar una sola línea continua. Es probable que los puntos de su permiso le duren lo que un telediario y que termine estrellado a la primera dificultad. Ponga ahora sobre la mesa toda la distancia que le separa de un piloto de Fórmula 1 y tome nota de lo que se encuentra cada uno de estos genios cuando pone las manos sobre el volante.

Botón arriba, botón abajo, el F150º Italia tiene unos treinta mandos, muchos con distintas posiciones y un diferente comportamiento del coche según apunte a un lado o a otro.

Semáforo en rojo y los coches listos en la parrilla. El piloto sujeta la maneta del embrague para soltarla en el momento justo, el que le dé la mejor salida, al tiempo que engrana la primera velocidad. Con la carrera lanzada empieza el baile de dedos. Regula el reparto de frenada; enriquece la mezcla de gasolina y aire; escoge el mapa motor que mejor le viene en ese momento y valora qué régimen de revoluciones necesita. Si quiere cuidarlo, lo bajará; si debe atacar o defender la posición ante un rival molesto, tendrá que exigir más. Debe limitar la velocidad para no superar el límite cuando entra el pit lane; escuchar las instrucciones que su ingeniero le lanza por la radio y responder las preguntas que le envían desde el muro. Mientras tanto, a más de 300 por hora, se verá envuelto y mil y una situaciones de carrera: adelantamientos, doblajes, desgaste de neumáticos, cambio de gomas, órdenes del equipo…

Esta temporada la cosa se complica con dos nuevas tareas: el kers y el alerón trasero móvil. Los dos inventos se manejan desde del volante.

La novedad ha levantado polvareda entre los pilotos. Dicen que se compromete la seguridad con tanto botón, que no pueden estar atentos a los mandos y a la carretera al mismo tiempo y que algún día habrá una desgracia. Desde el garaje de Ferrari no ha salido ninguna queja, pero uno de los grandes, Sebastian Vettel, es contrario a la nueva situación. «Tendremos que hacer valer nuestra posición de fuerza como colectivo», dijo el alemán.

Con tanto botón, se acabaron las volantes gemelos en las escuderías. Cada piloto tiene la posibilidad de personalizarlo a su gusto. Fernando Alonso simplificó el del F10 en su primer año en Ferrari. Y esta temporada hay ligeras diferencias entre el que maneja el asturiano y el de su compañero Felipe Massa. Cuestión de gusto. En 2009, Giancarlo Fisichella notó una gran diferencia entre la consola de mandos del Ferrari que cogió a mitad de temporada por el grave accidente de Massa y el Force India en el que venía pilotando hasta ese momento. Tardó en acostumbrarse y lo señaló como la causa de sus malos resultados iniciales.

En la última reunión de pilotos, ayer en Sepang, otra vez volvieron sobre el asunto. No sacaron ninguna conclusión pero los hubo como Jenson Button, al que no le gusta verse como un hombre orquesta conduciendo un bólido de 750 caballos.

De momento, no tienen más opciones que amoldarse a lo que hay.