Irreverente, creativo, arriesgado, transgresor o incluso imprudente. Así podría definirse la personalidad de un joven chef que ha apostado por dejar volar su imaginación en pro de crear un concepto de cocina de autor único en la provincia de Málaga. Sin embargo, el que conoce su casa sabe que llamarlo ‘psicópata’ no es ninguna locura. Álvaro Ávila es el chef y propietario de La Alvaroteca. Un establecimiento que ha madurado en cinco años de forma meteórica consiguiendo pasar de un bar de tapas a un restaurante de cocina de autor creativa con interesantes propuestas.

La Alvaroteca rezuma una bipolaridad bien entendida. Por un lado, una sala más tradicional que invita a la calma y otra, la que ha convertido recientemente en su manicomio particular donde los ‘locos’, como usted, se sientan a la mesa a la merced de los menús degustación, preferentemente. Paredes pintadas con mensajes en tonos rojos y negros y mesas que acompañan con una estética similar, logran crear un concepto perturbador que une la cocina con un ambiente que recuerda a un hospital psiquiátrico. Camisas de fuerza para el chef y los camareros, goteros y probetas para servir cócteles redondean el loco concepto de La Alvaroteca.

Sin embargo, no todo es transgresión. Las formas de disfrutar de esta cocina son variadas. De martes a viernes cuenta con menú del día a 15 euros donde sirven platos como el gazpacho de mango; lingote de foie con peta zetas o risotto de setas. Entre las sugerencias, como entrante está un sencillo paté de ave a base de hígados de pollo con zanahorias baby, flores y mermelada de higos. Rico y de emplatado fino. Los chipirones a lo Pelayo rellenos de cebolla y ajo con té matcha -japonés-, acompañados de una americana con espirulina de puntalettes -pasta corta similar al arroz- es un plato recomendable. Al igual que su sabroso arroz de carabineros en costra de mayonesa gratinada de sus cabezas.

Pero dónde la cosa se pone interesante es en sus menús degustación. El corto de siete pases con maridaje (50 euros) y el largo, 22 pases con maridaje (70 euros). Éste último debe reservarse con al menos un día de antelación. Aquí Álvaro se desborda. Durante tres horas consigue crear una atmósfera divertida en el que la parte ‘psicópata’ de la cocina se mimetiza con el manicomio de la sala, logrando que en el primer plato los comensales sean esposados para comer con la boca su vieira Emmanuelle. Otro momento divertido es la ‘transfusión mary’, un bloody mary en texturas servido en un gotero de hospital. ‘Vista al mar’, plato más reflexivo, es una bandeja que recuerda al fondo marino con un carabinero en dos tiempos: el cuerpo en un delicado carpaccio con caviar y su cabeza en tempura. Al que acompaña un pan de mar con gel de ortiguilla de mar, un gambón en pan de gamba con espirulina y una vieira con aire de lima. Aquí, todo es posible. Por eso, el concepto de la cocina de La Alvaroteca se entiende mejor en compañía. Momento en el que se expande el chef para ofrecer una cocina desatada y libre de clichés pero que afina en su arriesgada puesta en escena.

La guinda

Coctelería Excéntrica

Al concepto culinario tan atrevido de Álvaro le encajan las audaces ideas de su sumiller Christian Postigo, jefe de sala o «mi otro yo», como le gusta decir al chef. Además de la tradicional bodega de vinos ofrecen coctelería divertida en su presentación como ‘los productos de limpieza’. El estropajo con algodón de azúcar, espirulina y ácido cítrico para limpiar la boca; el ‘fairy’ a base de gel de aloe vera y el conocido limpiacristales, un pisco sour que pulverizan directamente en la boca del comensal. Otra de las propuestas en sus ‘cenas sin cubiertos’ que realizan es poner en la mano del cliente un gel de piña colada que está literalmente para que te chupes los dedos. Todo un atrevimiento.

El detalle

Reservado de otra galaxia

El local ha sufrido varias reformas en función de la evolución del concepto del restaurante. La primera apuesta por crear algo nuevo fue el reservado inspirado en la película de Star Wars, temática fetiche del chef, y que le inspiró en platos y puesta en escena. Es un espacio diferenciado de su última vuelta de tuerca con la creación del hospital. La sala se puede reservar para mínimo 10 personas y máximo 15. Se hacen menús y showcookings.