Disfrutar de unas melosas y crujientes croquetas caseras es más fácil desde que la empresa familiar Le Croquette saltó de la hostelería a los hogares particulares durante el confinamiento. Un hecho casi fortuito. Pero la historia hay que contarla desde el principio para entender la evolución de este obrador ubicado en Madrid desde hace una década y que ahora vende a restaurantes, caterings y particulares de toda la Península, Portugal y a México.

Tamara Montes, con el apoyo de su marido, iniciaron esta andadura profesional en su ciudad natal, Bilbao, hasta colocar el campamento base finalmente en Madrid. Luego llegó Isabel Cantón. Era clienta del obrador y desde principios de año socia. Llegó en el momento justo: Antes del confinamiento. El negocio de Le Croquette ha estado enfocado desde sus inicios en la venta a la hostelería como marca blanca. «Recogen en el obrador o lo llevábamos a los restaurantes. Hemos sido la marca blanca de muchos establecimientos que las han vendido como propias diciendo que son, y lo son, caseras y artesanales», recalca Tamara, chef ejecutiva de la firma. El cliente particular era escaso y casi anecdótico. Vecinos y conocidos del obrador. Sin embargo, el confinamiento hizo que todo cambiara. Comenzaron a vender a conocidos y amigos y abrieron un perfil en Instagram por recomendación de sus hijos, quienes también les comentaron que sería interesante enviar una muestra a una influencer de esta red social a ver qué pasaba. Y pasó. El WhatsApp se colapsó de pedidos de particulares. Surgió de forma circunstancial una línea de negocio paralela a la de hostelería que aún mantienen y refuerzan a diario con nuevas incorporaciones. Ahora, reparten a toda España (salvo las islas) y Portugal a través de mensajería fría asegurándose de que el producto llega en perfectas condiciones. Desde su elaboración hasta la mesa no pasan más de 24 horas.

Materia prima de alta calidad y elaboración diaria

Aunque el salto a las neveras de particulares de toda España fue algo inesperado, su éxito no fue por un golpe de suerte, sino por los años de experiencia y la alta calidad de sus croquetas. Las once variedades de Le Croquette que se basa en leche entera de vaca, mantequilla, harina y pan rallado, más el producto principal y, por supuesto, el ingrediente secreto. «Nuestros productos son artesanos, caseros y totalmente naturales. No llevan ningún aditivo, ni colorante, ni conservante», indican las copropietarias. El proceso de elaboración es meticuloso. Se hacen a mano una a una usando un pan rallado de alta calidad que a menudo personalizan con especias como el pimentón o AOVE. Siempre siguiendo recetas tradicionales sin caer en excentricidades como el panko u otras corrientes que no encajan con la filosofía empresarial.

Los sabores que actualmente trabajan tanto para particular como para hostelería son: Jamón ibérico DOP de Guijuelo -tiene la grasa perfecta para la bechamel-; cecina de León; chorizo muy picante cuya receta la elabora una empresa cárnica sólo para ellas-; espinacas, boletus edulis; chipirón; carabinero de Huelva; bacalao; gambas al ajillo; queso azul P.O.P Consejo Regulador de queso cabrales e idiazabal elaborado con leche de oveja de las razas Latxa y Carranzana. Éste último sabor que se introdujo por las raíces de Tamara tiene gran éxito. Por su parte, las de jamón, queso azul y chorizo las exportan a México por su intenso sabor. «Al mexicano le gustan las de chorizo, al ser muy picantes, pero deliciosas», comenta Isabel, quien también señala que se hacen para hostelería sabores exclusivos y a medida. Los particulares pueden hacer sus pedidos a través de la tienda online de la web www.lecroquette.com, y el profesional puede ponerse en contacto con la empresa en el formulario de dicha web.