Los guionistas son una pieza fundamental en una película que no poseen la visibilidad que deberían.

Exactamente, así es. Pero cuidado, la visibilidad no es la notoriedad o ser personaje público o reconocible. La visibilidad es la importancia que tiene y la significación que contiene el papel del guionista, que como bien ha dicho es crítica en cualquier proceso.

Si lo trasladamos al mundo de la música, el guionista sería el autor de una composición que después ejecuta el cantante, que sería el equivalente del director. ¿Por qué en la música sí que se pondera el papel del autor y en el cine no ocurre lo mismo con los guionistas?

Bueno, es un respuesta compleja. Creo que hay un cierto paralelismo con el mundo de la música, pero a mi entender es otra cosa. Es verdad que el proceso de construcción de una película primero pasa por el guionista, pero después se da un proceso continuado de crecimiento. Es decir, una vez que se empieza a incorporar el resto del equipo bajo la batuta del director, el proceso va creciendo y creciendo. Y tampoco se trata de que el director ilustre el contenido del texto, sino de que lo amplifique y lo lleve a un sitio distinto. Creo que hay una diferencia entre el ejecutante en la música y el ejecutante en el cine. Al final, el que sostiene la responsabilidad del proyecto es el director. No estamos educados a que respondan tanto el guionista como el director de lo bueno o lo malo de una película. Históricamente, la figura del guionista desaparece en cuanto se pasa a preproducir y dirigir.

Wilder decía que nunca había que darle todo masticado al espectador y Azcona que lo más importante de un guión es terminarlo. ¿Suele seguir los consejos de los maestros?

Claro, uno ha aprendido con ellos. Y luego cada uno, poco a poco, se va generando su propio método. Estoy de acuerdo en que uno no puede alimentar al espectador con la comida masticada. Tienes que generarle un espacio, y creo que ahí es donde está el misterio del cine, para que el espectador crezca y se lleve lo que está viendo al terreno emocional al que le esté intentando llevar el autor y director. Es importante que el espectador entre en un lugar donde no todo está servido.

¿Cómo contempla el auge del cine andaluz, del que es en parte responsable?

Siempre ha habido una mirada muy singular y muy propia en Andalucía, tanto en el cine como en la pintura y cualquier disciplina artística. Y hace tiempo que estamos empezando a poner la lupa en focos de creación importantes. Es cierto que hemos vivido en los últimos años, empezando con Benito Zambrano, un momento de eclosión, de primavera del audiovisual en Andalucía y que eso está cristalizando en que cada vez haya más producciones. Ya no somos solo un sitio donde la gente viene a rodar sino también en el que se está generando un tejido mejor y más voluminoso.

¿No llega a las manos con Alberto Rodríguez en ese proceso conjunto de escritura de guiones que practican?

No porque el proceso de escritura no es a cuatro manos. Es un proceso a dos cabezas. Comentamos mucho y ponemos muchas ideas sobre la mesa pero soy yo el que se retira y vuelve con los textos sobre los que volver a pensar y trabajar. El hecho de teclear lo hago yo solo.

¿Es esta metodología más común de lo que parece o es algo excepcional?

Creo que sí, que está más extendida de lo que creemos. De hecho, antes has citado a Azcona y él trabajaba así con los directores. Se reunía con ellos en un bar o una cafetería para charlar. De hecho, Azcona decía que un guión dura lo que duran dos vinos blancos.

¿Tener varios Goya en la estantería le soluciona a uno la vida en esta profesión?

Te voy a contestar recordando la famosa anécdota ocurrida hace unos años cuando encontraron un Goya a mejor guión original en un Cash Converters que se vendía por 3.000 euros. Creo que es una respuesta cargada de metáforas. O sea, que creo que un Goya no te soluciona la vida.