La primera vez que Miguel Herrán pisó el Festival de Málaga del lado de los flashes nadie se imaginaba que este evento se quedaría alguna vez sin alfombra y sin selfies. Fue en 2015, se celebraba la 18º edición de esta fiesta del séptimo arte y este fuengiroleño de nacimiento y madrileño de adopción acababa de toparse con el cine. Ese año, la película en la que debutaba como actor, A cambio de nada, se llevó cuatro Biznagas de Oro. Un lustro después vuelve a competir en la Sección Oficial con Hasta el cielo, de Daniel Calparsoro, interpretando a Ángel, un joven "con toda la ambición y nada que perder".

El Festival acaba de arrancar, con mascarilla, con distancias y sin alfombra. ¿Cómo vive eso un actor?

No lo sé porque todavía no lo he vivido, no he llegado todavía a la alfombra ni nada y estoy un poco expectante, no sé que me voy a encontrar. Hay que adaptarse.

La cultura tiene que adaptarse...

No solo la cultura, yo creo que el país y el mundo se tiene que adaptar. Es una situación mundial que nos ha afectado a todos, que ha dejado a gente en la calle. Hay que que adaptarse porque si nosotros nos acojonamos y no venimos al festival, ya no hay festival, ya no se presenta la peli, ya la gente no va al cine... porque si no vamos nosotros ¿quién coño va a ir? Así que sí, nosotros nos tenemos que adaptar pero el resto del mundo también.

Presentáis Hasta el cielo aquí. ¿Cómo viviste la cancelación del festival en marzo?

Yo vivo a expensas de todo, soy una persona tremendamente despreocupada... y no me he enterado de esto hasta hace dos días. Yo le doy importancia a las cosas que para mí tienen importancia, si yo no puedo meterle mano y no lo puedo cambiar, tampoco me voy a preocupar. Si se cancela la peli, pues se cancela. ¿Es una putada? Por supuesto. ¿Me hacía mucha ilusión? Sí. ¿Me voy a comer la cabeza? No. No me voy la meter mierda que no sea necesaria.

Hasta el cielo es una película vibrante, de mucha acción... para una persona que ama el deporte de riesgo habrá sido todo un lujo.

La he disfrutado muchísimo. Además, una de las cosas que más me gustan son los coches y esta tiene a cascoporro. De hecho, la peli tiene un gag y es que el coche de mi personaje es mi coche. Eso para mí era la hostia.

Con muchas escenas de acción también, ¿son tuyas o tuviste doble?

La gran mayoría son mías. Hay dos que no. Pero, por ejemplo, los derrapes los hacía yo y fuera de cámara hacía también mucho el capullo. Me he divertido mucho.

Tu personaje, Ángel. De alguna manera, ¿te has identificado con tú época previa a entrar en el mundo del cine?

He sido como Ángel en muchas cosas pero yo tiraba por otras ramas, ya está.

El director, Daniel Calparsoro, dice que Ángel tiene "toda la ambición y nada que perder". ¿Cómo construiste ese personaje?

He cogido muchas cosas de mi pasado, he cogido muchas cosas de mi presente y he estudiado mucho sobre los aluniceros y hablé también con la policía para ver como era este tipo de gente, cómo se comportaba. Con toda esa información, construí.

Es la tercera vez que coincides en un rodaje con Luis Tosar, ¿qué tal es?

Para mí es más que un padre. Yo no he dejado esta profesión por Luis Tosar y Karra Elejalde. Y yo a Luis lo he admirado siempre, desde que vi Celda 211, no me cabía que un personaje tan logrado, con tanto matiz, con esa voz, luego fuera tan diferente de lo que es él. Es un genio. A parte de que a nivel profesional es mi referente, a nivel personal también lo es. El mejor regalo que yo he tenido de esta profesión ha sido Luis Tosar y ojalá poder compartir todos mis proyectos con él, siempre.

De todos los personajes que has hecho hasta ahora, Darío, Río, el soldado Salazar, Ángel€ ¿si pudieras vivir una vida de todas las que has interpretado, ¿cuál te gustaría?

Probablemente la de Darío [A cambio de nada] porque es la menos comprometida. Al final, Darío estaba en un punto en el que empiezas a construir tu vida, no querría tener la vida de Ángel ni la de Río, porque no soy ni uno ni otro. Quedarme me quedo con la mía, con mi vida, pero si tengo que elegir elegiría la de Darío. Al final sí que se parecía mucho a mí, porque yo era un hijoputa pero luego algo bueno había, muy en el fondo.

En 2015, decías que querías seguir siendo actor pero que aspirabas a hacer tu propia película, ¿estás aspiraciones siguen o han cambiado?

Siguen. Lo que dije en su día y lo mantengo, para mí hacer las películas es un sueño a muy largo plazo y sin prisa ninguna, primero quiero conseguir una estabilidad económica, una estabilidad vital, quiero hacerme mi casa, estar tranquilo, que mi madre esté tranquila, la hipoteca pagada y cuando todo esté bien, entonces igual que me cojo unos años sabáticos y me pongo a escribir. Pero hasta entonces ni me voy a comer la cabeza ni voy a empezar escribiendo gilipolleces, ni ideas que tengo. Le dedicaré su tiempo.

¿Qué contarías?

Son dos pelis, una es la vida de mi madre y otra es la mía. Cuando acaba la primera peli, empieza la segunda.

Calparsoro explica que Hasta el cielo es una película que habla de sueños y de las cosas que "hay que sacrificar" para conseguirlos. ¿Qué ha sacrificado Miguel Herrán?

Mi vida entera. Para estar ahora mismo donde estoy no puedo salir a fiestas, no puedo ir a mi pueblo, no puedo salir a la calle€ no puedo hacer muchas cosas. Yo he dicho que van a ser un sacrificio que yo personalmente he decido hacer, porque a mí nadie me obliga. Yo perfectamente podría estar en Tailandia tocándome los huevos, viviendo ahí tranquilamente pero me compensa y lo que decido es aprovechar esto momento que puede ser único en la vida. Sería absurdo no aprovecharlo por la prepotencia del "no me gusta". Y venderme a ello, porque yo no soy así, y explotarlo, como mucho, 15 años, que no es más que un 20% de tu vida y si me va bien, trabajar única y exclusivamente por gusto, gratis, en películas pequeñas. Estoy en un momento en el que sí decido venderme para, en un futuro, estar más tranquilo.

Con esas ideas de futuro y habiendo sido una "hormiga". ¿Cómo se encaja la fama, pasar de ser una persona normal y corriente a tener millones de seguidores en Instagram?

Es que hay un error de concepto. Yo no he pasado de ser una persona normal a ser nada. Yo sigo siendo una persona normal, que tengo un montón de seguidores y la gente le da el valor que para mí no lo tiene. Tengo seguidores ¿Y qué?

Pero quizás hay que cruzar esa línea entre ser famoso y desconocido para ver ese error de concepto.

No hace falta cruzar la línea. Creo que es simplemente priorizar y tener las cosas claras. Yo no puedo entender que me digas que soy más actor que Antonio Banderas porque tengo más seguidores, tú estás gilipollas. Hemos nacido en épocas diferentes y el baremo que tenemos nosotros es digital y ya está. Para mí [Instagram] es un valor añadido, saco algo de dinero, vendo un poco de mi vida y lo tengo por el trabajo, mi primera foto es de la película A cambio de nada. [Instagram] no deja de ser una herramienta de trabajo y si por mi fuera me la quitaba, pero sé que sería una gilipollez soberana.

Y sobre la última temporada de La Casa de Papel, ¿va a flipar la gente?

Depende de lo que se espere, no lo sé. Yo es que no veo La Casa de Papel y no me leo lo que mi personaje no tiene que saber.