Cuando ya pensábamos que está todo escrito sobre la novela negra y que ya no quedan rutas alternativas para un género tan socorrido y ocurrente llega un finlandés llamado Petri Tamminen y, sin contemplaciones, le da la vuelta a la plantilla y, tirando de un título que ya es una encerrona de humor (Novela negra, y punto), se permite tomarse muy en serio la broma. Bromeando sobre la seriedad. «El humor finés es como la trufa: se necesita un cerdo para encontrarlo». La cita es del autor y se las trae.

Estamos ante una parodia. Planteamiento muy manido: un detective y un criminal se enfrentan en un juego de yo te persigo y tú te escabulles. O viceversa. Y esa parte es ciertamente divertida que el autor es ingenioso, imaginativo y se las sabe todas a la hora de mantener en vilo al lector sin necesidad de recurrir a trucos que nos sabemos de memoria. Pero Tamminen no se conforma con poner un tablero y mover sus piezas. Explora jugadas más ambiciosas sin que nos demos cuenta, y a medida que pasamos las páginas nos vamos enterando de la forma de ser y estar del hombre finlandés.

Y su humor es, claro, muy nórdico, tanto que a veces la sonrisa está condenada a helarse en cuanto se forma. «Confío en la comprensión del lector pero no en su paciencia», reconoce el escritor, dando una pista muy útil sobre sus intenciones. Y como quien no quiere la cosa, la novela va lanzando por aquí y allá andanadas de metralla filosófica, pensamiento y obra enlazados en una narración que parece escueta pero que se enrosca alrededor de los grandes asuntos de nuestro tiempo que los abre en canal dejando al aire las entrañas de eso que llamamos desesperación. Tiempos desesperados que necesitan esos ramalazos de humor que tirita en escenas en las que nunca sabes lo que te espera.

Y, en consecuencia, entre líneas se despereza una cauta melancolía que, como te la tomes en serio, puede dejarte instalado en el desasosiego. Es normal que sea así teniendo en cuenta que el autor parte de una epidemia de depresiones que convierte Finlandia en ejemplo del malestar. Y aparece una novia a la que plantan, y un consejero de estado está harto de la vida. Parece casual. Y no. Bueno es Tamminen para revolverlo todo. Ängstrom es el criminal talentoso que está detrás del tinglado depresivo, y ya tiene experiencia modificando estados de ánimos. ¿Es ilegal deprimir al personal? Buena pregunta. Pero el inspector Vehmas no pierde el tiempo. Va a atrapar al criminal. Y nos vamos a divertir mientras lo intenta.