Gabriel García Márquez siempre fue y se sintió periodista. En este oficio, «el mejor oficio del mundo» comenzó a ganarse la vida. Fue en Cartagena de Indias, adonde se había trasladado para seguir sus estudios de Derecho, donde publicó sus primeros artículos en el diario local El Universal y poco después en El Heraldo, de Barranquilla. A partir de ahí fueron cincuenta años de actividad periodística que el escritor mantuvo hasta mediados de la década de los 80 con sus crónicas en El País y en la revista Cambio, que el mismo relanzó con el dinero del premio Nobel.

El escándalo del siglo, título tomado de un relato en 13 crónicas que García Márquez remitió desde Roma, recopila esos más de cincuenta años de actividad periodística en una selección de 50 García textos realizada por el editor Cristóbal Pera y editados por Literatura Random House.

Su crónica, siempre fresca y burlona sabía retratar por igual la tragedia de un asesinato o la mirada singular del detalle, como la crónica que abre este libro: El barbero presidencial que se detiene en la foto del presidente de Colombia, Mariano Ospina y en la pulcritud de su peinado y de su mentón afeitado para preguntarse ¿quién es el barbero de palacio?, «a quien todas las mañanas el señor Ospina comunica sus preocupaciones de la noche anterior, a quien relata, con cuidadosa minuciosidad, la trama de sus pesadillas, y quien es, al fin y al cabo, un consejero eficaz, como debe de serlo todo barbero digno».

Pero García Márquez fue también uno de los primeros periodistas extranjeros en llegar a La Habana pocos días después de que Fidel Castro tomara el poder en Cuba en enero de 1959. Los artículos seleccionados permiten recorrer y conocer la intensa actividad periodística del maestro en sus años de corresponsal en Europa, sus análisis sobre el presidente Salvador Allende, sobre la dictadura militar chilena, sobre el Papa Juan Pablo II o sobre el presidente español Felipe González, que se contó también entre sus amigos.

También cultivó la amistad con el gran periodista norteamericano Jon Lee Anderson, que se encarga en un excelente prólogo de situar la magnitud de la obra periodista de García Márquez de manera encomiable.