Justo Navarro es una suerte de escritor total, soberbio, con amplio dominio de los géneros. Hace unos 25 años, Justo Navarro publicó La casa del padre, una novela excepcional, a caballo entre el género y de misterio, en el escenario de la Segunda Guerra Mundial. En 2015 volvió a ese género oscuro con Gran Granada, y un personaje singular, el comisario Polo que, aunque cerca de su jubilación, reina en la Granada franquista de 1963, cuando en la ciudad, en vísperas de la visita de Franco y asolada por graves inundaciones, se cometen una sucesión de asesinatos, a los que deberá hacer frente.

Ahora un Polo más joven, ­-estamos en 1943-, reaparece en Petit Paris. El comisario deberá viajar a la capital francesa asolada por los nazis, aunque ya vislumbrando su derrota, para tratar de arrojar luz a la muerte en extrañas circunstancias de un viejo y peligroso amigo y averiguar el paradero del oro que éste se llevó de Granada. Otras tres muertes se van enganchando a la primera y Polo se ve obligado a moverse en un escenario desconocido, con una atmósfera de ausencia de moral y de mezquindad. Todo una representación teatral permanente, entre nazis y el grupo de franquistas españoles de la embajada, más otros grupos de facinerosos que viven y matan por dinero y donde la justicia no se impone, el mal sale vencedor y nadie expía sus culpas.

El libro se lee casi sin respirar: por la trama, diseñada con precisión de relojero y desarrollada con habilidades de poeta (de gran poeta, otra faceta que Justo Navarro cultiva en pocos pero imprescindibles títulos) y por el ritmo, que le permite a uno ir digiriendo sin esfuerzo los datos históricos que se ofrecen en sus páginas y familiarizarse con los fascinerosos personajes que protagonizan esta turbia historia.

Para Navarro, «la novela negra es como un visor para ver mejor la realidad, porque otorga una especie de distanciamiento de las cosas, que permite percibir aspectos de la realidad que sin esa lente que es el género negro se nos escaparía». Con todo ello, Justo Navarro, que es autor de libros espléndidos como El espía, o Gran Granada, levanta en Petit Paris una historia repleta de aciertos. Justo Navarro ha escrito una novela soberbia. Por encima del género que la sostiene.