Viajar es, como el rock and roll, un estilo de vida. Y cuando ambas aficiones se juntan, el resultado puede significar una experiencia inolvidable. ¿Qué amante del rock no ha soñado visitar alguna vez en su vida Graceland, el Hotel Chelsea, las colinas donde se celebró Woodstock o el mítico club The Cavern? Miles de peregrinos de esta religión, más grande que la católica, como diría John Lennon, acuden en masa cada año a los lugares en los que el rock se hizo leyenda. Cada uno con sus preferencias y obsesiones, pero todos con la misma intención de ser testigos de las reliquias que el universo roquero ha ido dejando a lo largo de los años.

Todo viajero sabe que el tiempo apremia cuando hay tanto que ver, por lo que las guías elaboradas por el periodista e historiador del rock Ezio Guaitamacchi y publicadas en la colección Look de la editorial Redbook son la mejor compañía posible para organizarse un itinerario cien por cien certero. La primera de las dos rutas que propone Guaitamacchi, De los caminos del blues a Woodstock, arranca en el cruce de caminos en el que dice la leyenda que Robert Johnson vendió su alma al diablo a cambio de que le dotase de una insuperable maestría con la guitarra. Se trata de la intersección entre la Highway 61, la gran carretera del blues y el country, y la Route 49. Desde ese punto, el viaje propuesto recorre Nashville, New Orleans, Chicago, Alabama, Mississippi, Georgia... Esta travesía por los lugares más representativos de la música de raíz norteamericana se detiene, como no podía ser de otra manera, en Memphis, donde el viajero puede visitar desde la mítica mansión de Elvis, Graceland, en la que también está su tumba, hasta el Sun Studio, donde se dice que se realizó la primera grabación de rock y donde tuvo lugar la mítica sesión protagonizada por el cuarteto del millón de dólares (Million dollar quartet), en la que intervinieron Elvis, Jerry Lee Lewis, Carl Perkins y Johnny Cash. La primera entrega concluye con un paseo por los míticos lugares roqueros que ofrece la Gran Manzana, desde el desaparecido templo del punk CBGB al Café Wha? del Greenwich Village, en cuyo escenario comenzaron a despuntar Dylan o Hendrix. El final del primer viaje se produce en el Woodstock de Dylan y The Band y que acogería el gran festival del amor y la paz de 1969.

La segunda ruta, Del sueño californiano al latido irlandés, propone recorrer la Costa Oeste norteamericana tras los pasos de Janis Joplin, Jefferson Airplane, Greateful Dead y Santana, entre otros, en San Francisco y alrededores, y hacer parada en el Seattle del grunge y Nirvana. El viaje salta a Europa -a Londres, Liverpool y Dublin fundamentalmente- para recomendar las obligadas visitas a los estudios Abbey Road, Strawberry Fields o el club The Cavern, grandes templos de los Beatles. El magnífico viaje acaba con el Dublin de Van Morrison, Thin Lizzy y U2.

Ambas guías ofrecen un excelente material para recorrer los muchos caminos y lugares en los que el rock se hizo realidad.