Alice McDermott sitúa a algunas de ellas en el Brooklyn de inicios del siglo XX para evocar en La novena hora una atmósfera irrepetible de sensualidad y sacrificio a partir de la nueva vida en un convento.

No se pierdan a McDermott que es de las mejores narradoras estadounidenses de la actualidad. Lo demuestra en cada una de sus novelas. Teje los fantasmas del pasado con la melancolía del presente como muy pocos autores saben hacerlo. Así sucede, por ejemplo, con la historia de Annie, que pierde a su marido después de que este decidiera suicidarse tras ser despedido, con su hija, Sally (bautizada como St. Saviour), con las monjas del convento de las Hermanitas Enfermeras de los Pobres, y los diversos personajes que habitan en su cansado vecindario.

Los hijos de Sally y Patrick cuentan las historias que crecieron escuchando. Algunas de estas historias involucran a las residentes del convento, principalmente a las hermanas Lucy, Illuminata y Jeanne, mujeres que entienden lo que se debe hacer y simplemente lo hacen. Son por necesidad prácticas y duras, y abrigan pocas ilusiones de santidad sobre la vida. Su devoción por Dios se manifiesta principalmente en el trabajo incesante para aliviar el sufrimiento de los demás. Lucy es brusca y no sonríe, los ojos de Jeanne brillan al borde de la risa, ambas compiten en cualquier tarea, comenzando por hacer que el apartamento de Annie vuelva a ser habitable, y empleándola junto a Illuminata para que se ocupe de planchar la ropa en la lavandería conventual. Sally, a su vez, crece en medio del cariño de su madre y convive con las distintas sensibilidades de las monjas, la casa desordenada y tumultuosa de Liz, Michael Tierney y sus seis hijos. Sally y Patrick se conocen desde la infancia y comparten desde entonces esa misma atmósfera que tanto sugiere la narrativa de McDermott, una escritora con oficio, nacida en Brooklyn en 1953, autora de ocho novelas, finalista del Pulitzer y del National Book Award en varias ocasiones, y ganadora de este último con Un hombre con encanto, donde mostró su voluntad inequívoca de romper con algunas reglas utilizando la figura de un narrador en primera persona que contaba una historia que en su mayor parte tuvo lugar antes de que él mismo naciera.

La novena hora está escrita sin recurrir a la compasión y al sentimentalismo. McDermott ha construido su propio mundo de ficción en torno a lo que mejor conoce: los irlandeses en los Estados Unidos, la crueldad y el consuelo del catolicismo.