Nacido en el Bombay colonial y educado en Inglaterra, Rudyard Kipling volvió con 17 años a la India, y pasó los siguientes siete años trabajando de reportero en periódicos indios. Algo que no le impidió años después expresar el odio visceral que sentía hacia los colegas del que fuera su primer oficio.

Muchos de esos relatos aparecidos entonces en periódicos indios jamás fueron editados en libros. La editorial de la Universidad de Cambridge (The Cambridge University Press) ha recopilado recientemente 86 de esos relatos inéditos de aquella primera época y Reino de Cordelia los edita ahora en primicia en español, bajo el título de uno de esos relatos: Por el bien de la humanidad.

Son textos o relatos cortos en los que el joven Kipling habla y expone sus ideas respecto a la democracia, a los impuestos, a los militares o a los sindicalistas; también con respecto a la raza o las mujeres, conformando un extenso catálogo de posiciones que en la actualidad serían juzgados como políticamente incorrectos, a los ojos de esta sociedad de moralina mezquina y superficial.

Se trata de leer sin prejuicios y apreciar las contradicciones entre una inteligencia tan bien dotada, por un lado, y por el otro tan tercamente reacia al curso de los tiempos. Ello permitirá al lector leer y comparar, algo muy recomendable en estos días en que son los tiempos mismos los que parecen mostrarse obcecadamente reacios a la razón.

Kipling escribió novelas y dedicó muchos años a la poesía, pero es el relato -ya sea en gran extensión, como El libro de la selva o el más corto- el que le permitió obtener el Nobel y figurar de manera indeleble en la historia de la literatura.

Es en estos relatos donde apreciamos al Kipling como narrador de cortas distancias, el Kipling que merece el recuerdo y la lectura, y no sólo como cronista de lo que fue un imperio en uno de sus confines más ricos y atractivos, sino como un ingenio, un imaginador notable y un estilista de sorprendente eficacia.