Resulta todo un enigma que, a la hora de resaltar las novelas más notables de Benito Pérez Galdós, su ciclo de novelas sobre el usurero Francisco Torquemada casi nunca se mencione. Quizás haya que achacarlo al hecho mismo de tratarse de un ciclo, y de cuatro novelas nada menos. En este caso, ocurriría igual que con otra obra maestra, la trilogía de El Ruedo Ibérico, de Valle-Inclán, que suele pasar bastante desapercibida.

Lo llamativo es que, este mismo año, Cátedra ha publicado en un solo volumen no sólo la trilogía isabelina de Valle-Inclán, sino recientemente la tetralogía de Galdós, con el título de 'Las novelas de Torquemada', bajo la edición de Ignacio Javier López.

Se trata de una magnífica ocasión para zambullirse en estas cuatro brillantes e inolvidables novelas ('Torquemada en la hoguera', 'Torquemada en la cruz', 'Torquemada en el purgatorio' y 'Torquemada y San Pedro'), escritas entre 1889 y 1895, es decir, en su época más floreciente, pues de 1887 es 'Fortunata y Jacinta' y le seguirían unas cuantas obras maestras.

Como suele ser habitual en la producción del escritor canario, Torquemada es un viejo conocido de novelas anteriores, pero que en esta saga se convierte en el personaje absoluto y a la postre,en una de sus creaciones más perfectas. Porque, a lo largo de las cuatro novelas asistimos al apabullante ascenso social del usurero, que deja atrás inmundas casas de vecinos de Madrid, donde aterroriza a los inquilinos, para alcanzar la gloria y convertirse en marqués y senador con palacio propio; un ascenso, aseguran los expertos, inspirado de forma parcial en el malagueño marqués de Salamanca.

El logro de don Benito reside en cómo muestra al lector la evolución psicológica del personaje que, si bien comienza como una caricatura de prestamista, bien pronto va enriqueciéndose con los matices más logrados, hasta que al final de la obra, Torquemada parece desbordar la obra no por su evidente riqueza exterior, sino por la interior.

Y no hay que olvidar los personajes que le acompañan en esta travesía, en especial los tres hermanos del Águila, aristócratas venidos a menos, entre los que destacan doña Cruz, que irá modelando socialmente al usurero. A este respecto, quedaría este retrato inacabado si no mencionarámos el humor que destila esta obra, con logradísimos diálogos entre el tacaño Torquemada y doña Cruz que en nada desmerecen de cualquier novela de Dickens. La maestría de Galdós, de cualquier forma, es capaz de conducir la trama por los vericuetos emocionales más dispares y siempre con veracidad. Por eso no es de extrañar el impactante final, que no adelantaremos, pero lectores habrá que les evoque una impactante escena de El Quijote.

En resumen, bienvenidas sean, en un solo tomo y con un ameno y completo estudio introductorio, 'Las novelas de Torquemada', si con ello permiten al lector español acercarse a esta olvidada pero magistral saga galdosiana.