Tener una buena historia, incluso muy buena, como la que nos ocupa, no es ingrediente único para escribir una buena novela, hay que saber contarla y contar para ello con esos otros ingredientes que la narrativa exige: creatividad, imaginación, pulso narrativo y una trama que seduzca al lector.

Lara Prescott ha conseguido con su esfuerzo y gracias a una investigación exhaustiva contar con una de las mejores historias posibles y mas atractivas: como la CIA había intervenido a finales de los años 50 para que la novela 'El doctor Zhivago', editada en Europa por la negativa de las autoridades soviéticas a publicarla, fuese introducida en la URSS, al considerarla un arma de propaganda antisoviética de primer nivel. Toda una rocambolesca historia de espionaje desvelada en 2014, cuando la CIA desclasificó algunos de sus archivos.

Con esta trama y las vicisitudes del propio Pasternak y de su amante Olga Ivínskaia en la URSS, Prescott ha escrito 'Los secretos que guardamos', un trabajo que recoge todos los ingredientes para ser un buen best seller, dirigido a tener una popularidad generalizada (ya lo es), que también podría haber sido una hermosa y potente novela.

Hay como un sentimiento de acto fallido o de señuelo mal usado cuando se llega al final de 'Los secretos que guardamos'. La trama central, el trabajo de la CIA y sus agentes para introducir 'El doctor Zhivago' en la URSS, apenas ocupa las cien últimas páginas de esta novela que roza las 460 páginas.

El libro sí tiene un potente arranque y desarrollo colocando a las mujeres que sirven como mecanógrafas de la CIA en el centro de la historia. Ahí cobran fuerza Irina, una secretaria de origen ruso que será la agente que lleve la acción; Sally Forrester, la glamurosa agente que la entrena y el grupo de mecanógrafas que a modo de coro griego, narra la tragedia de una agencia de espionaje que pone las medallas a los hombres mientras los logros femeninos irán debajo de la alfombra.

Hay un gran dominio narrativo de los avatares de estas mujeres en el llamado mundo occidental, pero frente a ello, al otro lado en el Bloque del Este, Lara Prescott no consigue dar la fuerza y la importancia a los personajes centrales de Borís Pasternak y Olga Ivínskaia. A ambos se le retrata atrapados y limitados por la fuerza de los acontecimientos que la novela de Pasternak genera en la represión estalinista.

La trama exigía conocer la figura importante de Ivínskaia en el mundo literario ruso como traductora y descubridora de nuevos valores y, por supuesto, la enorme dimensión artística de Borís Pasternak, como poeta y maestro de las letras rusas. Ambos personajes quedan desdibujados y sin la enorme dimensión literaria que tuvieron mas allá de 'El doctor Zhivago' .

'Los secretos que guardamos logra', pese a ello, narrar una interesante historia de intriga aderezada con ingredientes que la convierten en una lectura amena y a la altura de una debutante como Lara Prescott.