«No poseemos más conciencia que la literatura, que ha sido siempre la salvación de los condenados, ha inspirado y guiado a los amantes, vencido la desesperación y tal vez pueda llegar a salvar al mundo», decía en una frase memorable John Cheever. En ese escenario de poder «salvar al mundo» estamos entrando. Por eso ofrecemos una colección de historias de grandes escritores cuya lectura nos permitirá no solo disfrutar de esas largas horas de ocio al que el confinamiento obliga, también y especialmente reflexionar sobre nuestro papel en situaciones de alarma social como la que vivimos.

'La peste', Albert Camus

Camus publica 'La peste' en 1947, con la Segunda Guerra Mundial recién acabada y diez años antes de recibir el Premio Nobel.

La peste ha infectado la ciudad de Orán, la ciudad queda aislada con sus fronteras cerradas al mundo, sus habitantes confinados y en cuarentena, con el miedo como gran vehículo de propagación y con serias restricciones de alimentos y productos. La peste se ha apoderado de sus calles y del ánimo de sus habitantes y de su presente. Cada ciudadano se ve obligado a dar la talla ante el resto de sus congéneres. Unos tienen tallas de gigantes y otros de míseras pulgas. Por eso, el comportamiento de las personas varias desde acciones de pura heroicidad a comportamientos egoístas inexplicables.

'Ensayo sobre la ceguera', José Saramago

Un hombre parado ante un semáforo en rojo se queda ciego súbitamente. Es el primer caso de una «ceguera blanca» que se expande de manera fulminante. Internados en cuarentena o perdidos en la ciudad, los ciegos tendrán que enfrentarse con lo que existe de más primitivo en la naturaleza humana: la voluntad de sobrevivir a cualquier precio. El Premio Nobel José Saramago traza en este libro una imagen aterradora y conmovedora de los tiempos que estamos viviendo. En un mundo así, ¿cabe alguna esperanza? Recuperar la lucidez y el afecto son dos propuestas fundamentales de una novela que es, también, una reflexión sobre la ética del amor y la solidaridad.

'Diario del año de la peste', Daniel Defoe

Poco después de escribir su inmortal Robinson Crusoe, Defoe sacó otra de sus grandes obras: 'Diario del año de la peste', un sobrecogedor relato en el que se describen con crudeza los horribles acontecimientos que coincidieron con la epidemia de peste que asoló Londres y sus alrededores entre 1664 y 166 y en el que perdieron la vida la mitad de los 200.000 habitantes de Londres. Defoe se convierte en testigo de los comportamientos humanos más heroicos y también de los más mezquinos: siervos que cuidan abnegadamente de sus amos, o padres que abandonan a sus hijos infectados; casas tapiadas con los enfermos dentro, ricos huyendo a sus casas de campo y extendiendo la epidemia.

'El último hombre', Mary Shelley

La creadora de Frankenstein cultivó también el relato fantástico y apocalíptico firmando 'El último hombre', una magnífica historia, algo excesiva en su planteamiento y que siempre ha estado a la sombra de 'Frankenstein'. En 2070, una misteriosa epidemia avanza arrasando países enteros y haciendo peligrar la supervivencia de la humanidad. Al final, Lionel, el último superviviente, emprende la búsqueda de alguien más con quien reiniciar la vida. Shelley plantea toda una gran metáfora donde la plaga es un ideario político excesivo de defensa de los ideales radicales que acaba corrompiéndolo todo.

'La peste escarlata', Jack London

En 2013 estalla en las principales ciudades de la tierra una peste fulminante que se propaga con rapidez hasta el último rincón . No hay para ella antídotos conocidos. Los supervivientes van formando pequeñas comunidades mientras a su alrededor una vegetación asilvestrada, ahoga las zonas antes cultivadas, y los animales domésticos, con garras y dientes, tratan de asegurarse un lugar en el nuevo orden zoológico. El mundo que plantea 'La peste escarlata' es brutal, con los valores de la camaradería y el trabajo sepultados bajo una montaña de cadáveres. Al final uno de los pocos supervivientes, James Howard Smith, intentará inculcar los valores de la civilización y la sabiduría a sus compañeros.

Porque es necesario no olvidar al vaticinio final de Camus en 'La Peste': «El bacilo de la peste no muere ni desapareces jamás, que puede permanecer durante decenios dormido en los muebles, en la ropa, que espera pacientemente en las alcobas, en las bodegas, en las maletas, (....) y que puede llegar un día en que la peste, para desgracia y enseñanza de los hombres, despierte a sus ratas y las mande a morir en una ciudad feliz».