No soy muchas cosas, y sin duda no soy un gran cocinero y tampoco un viajero. Pero basta con que algo no sea posible, o incluso que sea desaconsejable, para que ya no pueda dejar de desearlo. Así que ahora paso gran parte de mis horas soñando despierto con largos viajes -aunque muchos días mi sed viajera se sacia con un paseo al supermercado-. Lo que sí soy es un cursi, por lo que no me avergüenzo tanto como debiera de escribir que viajo con Josep Pla y su 'Fin de semana en Nueva York' (Destino, 2016). Este libro es la feliz recuperación de unos reportajes que 'Destino' le encargó a Pla en 1954 -porque en aquellos años, parece que una revista de Barcelona podía pagarte un viaje a la capital del mundo para que escribieras una páginas, aunque eso solo te pasaba si eras Josep Pla. Además de ser uno de nuestros mejores escritores de siempre, Pla fue uno de los mejores periodistas del siglo XX. Y aquí está soberbio, manejando el reportaje con la soltura del maestro, de manera que una semana le bastó para retratar con genio y detalle a una ciudad tan inabarcable y polisémica como Nueva York. Por supuesto, no falta la fina ironía de falso payés que Pla gastaba -siendo como era un cosmopolita que gustaba renegar de serlo-. Como disfrutó de la compañía de Néstor Luján en el viaje, también sabemos que comieron bien. Así da gusto viajar.