La frontera se torna más incierta y peligrosa cuanto más brumosos son sus contornos. Lo sabemos bien por obras maestras de la literatura como 'El desierto de los Tártaros' de Dino Buzzati, con ese joven protagonista haciendo guardia en un puesto eterno y fantasmal.

También logró la categoría de novela magistral la inolvidable 'El mar de las Sirtes' de Julien Gracq. En ambas, lo que hay al otro lado de los sólidos límites patrios es un ente apenas dibujado, algo oscuro y sin límites que responde al nombre de 'el enemigo' y que termina simbolizando todos nuestros miedos a lo desconocido y, por ende, al desconocido.

El novelista y periodista británico John Lanchester (Hamburgo, 1962), autor de novelas como 'En deuda con el placer', 'El señor Phillips' o 'El puerto de los aromas' nos propone en 'El Muro', publicado por Anagrama, una atractiva revisión del mito de la frontera en forma de alegoría distópica en la que se adivinan muy bien las referencias a la actualidad. Porque en el aterrador futuro que propone para la isla de Gran Bretaña se ha producido ya el anunciado Cambio -escrito así, en mayúsculas- que ha trastocado la superficie del planeta. El Cambio ha obligado a los ingleses a construir por todo el litoral un gigantesco muro que, aunque como efecto perverso acaba para siempre con las playas, a cambio les defenderá de la invasión de los Otros, versión moderna de los bárbaros de Buzatti y que en la novela de Lanchester son los anónimos y peligrosos desdichados que no gozan de las ventajas de una sociedad tan avanzada como la británica, que cuenta con una versión moderna de la esclavitud: la clase social de los Criados.

En esta vuelta de tuerca a la pesadilla del muro de Trump y el cambio climático el escritor inglés levanta una novela con pocas alaracas estilísticas, que se mete en la concisa mente de un soldado novato, encargado de la vigilancia en un tramo de muro.

La contención estilística corría el riesgo de traducirse en una caída libre en la monotonía, a causa de guardias interminables en una frontera tan brumosa como la de Gracq y Buzatti. Pero lo que estos dos maestros solucionan con estilo y mucha introspección, Lanchester lo soluciona con una trama que, como el enemigo que no avisa, va creciendo como la espuma de forma inesperada, hasta convertirse en una adictiva narración con sugerentes cambios de ritmo y sorpresas argumentales.

Y así, sin llegar al nivel de las obras de frontera mencionadas, 'El Muro' es un producto muy consistente, resuelto con brillantez e imaginación que nos hace pensar sobre asuntos tan candentes como la degradación de nuestro planeta y los movimientos migratorios.

Por lo demás, 'El Muro' también puede verse como una novela de formación y una odisea de supervivencia, con el acierto de mostrarnos sin ropajes los dos lados de la frontera.